sábado, 27 de abril de 2013

A little change - Nicochi


A little change - Nicochi ♥

-voy a conocer a tu tan mencionado primo gay, increíble -habló Mariana con un tono de voz particular, mostrando ansiedad y burla
-lo vas a amar cuando lo conozcas, te lo puedo asegurar -Rocío sonrió y tomó un sorbo de su bebida

Se encontraban en un bar de Capital Federal, esperando a aquel familiar de la rubia. Éste mismo, venía desde el interior del país, La Pampa precisamente, pero ahora se quedaría a vivir en Buenos Aires por un tiempo, debido a que tenía decidido estudiar allí toda la carrera de diseño gráfico.

-ahí está! -gritó emocionada al tiempo que se ponía de pie
-Rochita -su primo la abrazaba fuerte
-te extrañé gorda -.
-yo también Pablito -la sonrisa más espléndida era la que se encontraba en su rostro
-ella quien es? -le preguntó él al separarse
-ah, sí! Los presento. Pablito, ella es mi mejor amiga, Mariana, Lali para los amigos. Lali, está hermosura es mi primo, Pablo -los morochos se saludaron
-bueno, y como este nabo no me presenta, lo hago yo -habló un rubio rapado que estaba al lado de Pablo- Soy Nicolás, un gusto -les dio a ambas un cálido beso
-sos su mejor amigo? -le preguntó directamente al desconocido, y ante un asentimiento de su parte, le susurró a Mariana al oído -que desperdicio -.
-dijiste algo? -preguntó Nicolás
-no, nada -sonrió restándole importancia
-qué vamos a hacer hoy Rochi? -Pablo le preguntó a su prima
-si quieren tomamos algo acá, o podemos ir a mi departamento directamente. Lo que sí, mañana tenes que pasar por la casa de mis viejos, ellos tienen la llave de donde te vas a quedar -le avisó -bueno, donde se van a quedar -se corrigió
-y hoy que? -.
-a dormir en mi casa, a menos que tengan problemas de dormir en el mismo lugar que una mujer -rió
-ningún problema -respondió por último, el morocho, antes de emprender camino hacia lo de su prima

Llegaron a donde acordaron, y se pusieron a tomar cervezas mientras charlaban animadamente. En un momento de la noche, Mariana propuso jugar a "verdad-consecuencia" con la botellita.

-qué edad tenemos? 14? -preguntó Rocío riendo
-no, 20. Pero estamos aburridos y nadie dice nada -retrucó, y ante la predisposición del resto, comenzaron a jugar

Entre preguntas sobre cuándo fue su primera vez, el lugar más extraño donde lo hicieron, fantasías y algunas más comunes, llegó un momento donde el pico de la botella apuntó a Rocío, y ella, cansada de responder, eligió consecuencia.

-chapatelo a Nicolás -dijo Pablo de una
-tiene que ser una consecuencia para mí, no para él -argumentó
-no muerdo eh! Bueno, sólo algunas veces -rió

A Rocío no le quedó otra que cumplir la prenda. Se le acercó lentamente y posó sus labios sobre los del rubio. Era una sensación que le agradaba bastante, el hecho de estar besándolo. Lo más notorio, era que él no estaba poniendo resistencia alguna.
En un brote de pasión, Rocío cayó, quedando encima del cuerpo de Nicolás. En ese momento, sintieron como ambas lenguas de abrían pasó dentro de la boca del otro, para así incrementar más el disfrute del momento. Las manos de ella se encontraban en el rostro de él, mientras que el rubio las mantenía en la cintura (muy) baja la chica.
Poco a poco la falta de aire se hacía presente, así que se separaron, acalorados y algo incómodos.

-yo me tengo que ir -dijo Mariana, rompiendo la situación
-espera que te llamo un remis -Rocío se levantó del suelo, tranquila
-vivo a cinco cuadras, no voy a tomarme un remis -le avisó
-pero es de noche, hace frío y está todo muy peligroso -la miró persuasiva
-yo te acompaño -se ofreció Pablo, al mismo tiempo que Nicolás le decía algo al oído.

Se fueron, mientras que los dos rubios se quedaban allí, ordenando y acomodando todo para pasar la noche en aquel departamento.
Mariana y Pablo llegaron a destino, y ella le ofreció pasar a tomar un café. Por alguna razón quería estar unos minutos más en su compañía, quizás por la otra situación paralela que estaba viviendo.

-gracias por acompañarme –le sonrió tierna
-te pasa algo a vos? –no era tan distraído como para no darse cuenta
-no, nada –bajó la vista
-sé que nos conocemos hace poco, pero si necesitas hablar, o descargarte, yo estoy acá –le levantó el mentón con una mano
-por qué te…?-se calló antes de decir algo inapropiado
-por qué, qué? –la miró expectante
-nada, nada –negó sutilmente
-segura? –insistió
-sí –en ese momento escuchó el teléfono sonar –tengo que ir a atender –señaló en dirección a la cocina
-sí, yo me voy, sino la Rosa se va a preocupar –le dio un beso en la mejilla y se fue

La noche terminó de la forma que debía: tranquila. Mariana teniendo la conversación correspondiente con quien la había llamado, Pablo recostado en el sofá-cama del living del departamento junto a Nicolás, ya que era de dos plazas.
A la mañana siguiente, los chicos se fueron rápido de aquel lugar, para ir a visitar a los tíos del morocho y en la tarde poder instalarse en la que iba a ser su vivienda de ahora en más por unos cuántos años.
Rocio se juntó con su mejor amiga para charlar, había unas cuantas cosas que debían comentar juntas, y lo necesitaban hacer lo antes posible.

-qué fue eso de anoche? –le preguntó la morocha riendo entre dientes
-te juro que ni yo sé –tomó un sorbo de mate
-pero te gustó –lo dio por hecho
-me encantó –dijo sincera y se arrepintió –digo… -.
-no digas nada que se notó –largó una carcajada
-pero, no puede ser, o sea… -estaba confundida –es gay –no quería ni decirlo en voz alta. Mariana estaba por replicar, pero ella la interrumpió –Me decís que es como Pablo, que se le nota a distancia, bueno, lo de él lo tengo aceptado, y me fascina que sea así –la morocha desvió la mirada –pero Nico se ve tan bonito, tan hombre –ahogó una risa –anoche se veía demasiado lindo -.
-qué hiciste Rocio? –indagó curiosa
-deleitar mi vista un rato –su amiga abrió grandes los ojos –hacía calor, durmió destapado y en bóxer. Fui a la cocina a buscar un vaso de jugo y me quedé tildada –sonrió recordando aquella imagen
-sos una desubicada –no lo podía creer
-por qué? Que sea un desperdicio para el sexo femenino no quiere decir que lo sea para la mirada de las mujeres, o acaso me vas a negar que está que se parte? -.
-no es de mi gusto –dijo cortante
-sí, lo sé, si a vos te gusta el otro –giró los ojos
-qué otro? –preguntó casi espantada
-me estás cargando? Me estuviste jodiendo todo un año con ese y ahora me preguntas quién? –Rocio se preguntaba en quién realmente estaba pensando su amiga
-ah, sí –no dijo nada más

Las semanas pasaron y ellos cuatro continuaron saliendo juntos. La pasaban muy bien así, se reían, hacían bromas, se iban a otro extremo con algunos comentarios también.
Esa noche habían decidido ir a bailar a un boliche conocido, los chicos en un auto y las chicas en otro. Se encontrarían directamente en la puerta del lugar.
Ambas mujeres estaban vestidas acorde: Mariana con un vestido negro, ceñido al cuerpo y en la espalda solo tela de encaje, con zapatos del mismo color y el pelo suelto; Rocio lucía un vestido rojo, mas corto y ajustado que el de su amiga, para que marcase bien sus atributos, con unos tacos combinando.

-acá están -Rocio se colgó del cuello de su primo
-es muy cortito el vestido -la miró serio
-quiero divertirme esta noche Pablito -lo miró pícara
-podes hacerlo sin mostrar todo -señaló la parte trasera de su prima
-te olvidaste la definición de diversión? -rió, le dio un beso en el cachete y se fue hacia la barra, seguida por su amiga
-me va a sacar canas verdes esta chica -suspiró
-mejor vigilémosla de cerca -sugirió Nicolás

Rocio miraba desde lejos como su amiga caía, otra vez, en los enredos y mentiras de aquella persona que le venía jugando desde hacía tanto tiempo. Esa situación le preocupaba tanto, que hasta se le había ido el entusiasmo que tenía esa noche.

-hace media hora estabas feliz, ahora toda triste acá, qué pasó? Ya te pegó el alcohol y bajoneaste? -Pablo se le sentó al lado
-no, ojalá fuese eso -tomó un sorbo de su trago -Lali está allá con ese pibe, que le hace muy mal, y ella no se da cuenta. La boludea todo el tiempo, y después soy yo la que la tiene que ver llorando por los rincones -la volvió a mirar de reojo
-yo hablé hace unos días con ella y le dije lo que pensaba. Si queres vos divertite, baila un rato con Nico, que yo me ocupo de que ese no le haga nada, queres? -la miró con una sutil sonrisa
-pasa que no quiero que sienta que me meto demasiado en su vida -le explicó
-pero no serías vos, sería yo el que se mete. Además, todavía no conoces mi poder sobre la gente? -alzó las cejas
-te quiero Pablito -sonrió, y tomándole la mano a Nicolás, se dirigió al medio de la pista

Pablo se acercó a Mariana lentamente, quien hacía unos segundos acababa de discutir con un chico de tez clara, lunares en la cara, flaco, sin mucho estado físico.
La morocha se tropezó con él, no lo había visto a su lado, y al notarlo ahí, rápidamente se secó sus lágrimas.

-estas segura de que queres seguir así? -le preguntó directo
-de qué hablas? -lo miró sin entender
-sufriendo por un estúpido que no te valora -clavó su vista en la de ella
-no es así -quiso correr la mirada, pero él se lo impidió
-Peque -le habló con ternura
-abrazame -le pidió volviendo a llorar
-vámonos de acá -le susurró al oído

Se abrieron paso entre toda la gente y salieron del boliche, para encaminarse hacia la casa de ella. Y mientras tanto, Rocio le preguntó por mensaje de texto, cómo andaba la cuestión. Al recibir la respuesta comentando todo, decidió también irse de allí.
La morocha le dio la llave de la puerta a su acompañante, no tenía fuerzas ni para levantar el brazo. Pablo la hizo acostarse mientras él le preparaba un té.
Cuando volvió a la habitación, la encontró acurrucada contra sus rodillas, llevando una remera larga que le tapaba apenas lo necesario. La miró unos segundos y se sentó a su lado

-Hey! Queres hablar? -le dijo suave
-no -habló casi inaudible
-bueno -silenció, tranquilo
-te quedas conmigo? -le rogó con la mirada
-todo el tiempo del mundo -le sonrió. Ella apoyó su cabeza en las piernas de él mientras éste la acariciaba dulcemente

Estuvieron así un largo rato, Pablo mimándola y ella tranquilizándose, respirando profundo e intentado organizar un poco sus pensamientos y sentimientos. Realmente se sentía confundida, y para que eso cambiara un poco, necesitaba hablar, pero como no estaba Rocio allí, decidió descargarse con el morocho.

-hoy fue, definitivamente, la última vez que hablé con ese chico que te conté la otra vez -seguían en la misma posición que antes, sin siquiera mirarse -estaba ahí en el boliche. Nos vio a nosotros cuatro divertidos, a Rocio viendo a Nicolás y creyó que era una salida de parejas. Se puso celoso, me gritó cualquier cosa, me hizo quedar re mal, y me di cuenta que siempre me mintió porque... -comenzó a sollozar -parece que le preocupo cuando no le presto atención -se cayó
-es un nabo -dijo simplemente
-gracias por quedarte conmigo -se levantó, sentándose sobre la cama -en serio -le sonrió
-somos amigos, cómo no voy a estar acá para vos -Mariana bajó la mirada -mejor dormí, que yo estoy acá por si tenes pesadillas -Pabló pensó que su reciente borrada sonrisa, se debía a que se había acordado otra vez de aquella persona que la tenía mal

Es que el verdadero motivo no lo iba a poder adivinar nunca, era inimaginable para él, pero no tanto para ella, aunque la morocha entendía por qué, aunque le dolía. Mientras ella sufría por un chico, estaba siendo acompañada por otro. Toda la situación se prestaba a confusiones.

-gracias por acompañarme hasta casa -le dijo Rocio a Nicolás, ya en su departamento
-de nada -le sonrió -igual hubiese tenido que venir, la llave me quedó acá -rió entre dientes
-si queres tomar algo, agarra de la heladera, yo me voy a cambiar, dale? -fue a su habitación, dejándolo en el living observando todos los pequeños detalles de al rededor -Nico! -gritó la rubia -por ahí está mi pijama? -se refería a un mini short y a una remera muy corta que usaba para dormir
-creo que sí -dijo dirigiéndose al sofá, donde había ropa apoyada
-me lo alcanzas? -el rubio escuchó la voz muy cerca. Se dio vuelta y la encontró vestida simplemtene con su ropa interior

Nicolás caminó hacia ella con el pijama en la mano, pero antes de dárselo, lo soltó y cayó al suelo. Con ambas manos tomó el rostro de Rocio y la besó sin dudar ni un momento. La ojimiel abrió grandes los ojos, pero le fue inevitable dejarse llevar. Besarlo nuevamente le encantaba, él sabía hacerla sentir en las nubes con solo un sencillo beso.

-después te explico -le aclaró él

Y a pesar de que ella sabía que probablemente después se arrepentiría, el deseo que sentía por ese chico era mucho mayor a la lógica.
Él mantenía las manos en su rostro, mientras ella pasaba sus propios brazos por la cintura de Nicolás, para introducirlas dentro de la remera y acariciarlo de una forma casi desesperada.
Sus lenguas se entrelazaban con pasión, sus dedos se tocaban con desenfreno, sus cuerpos pedían a gritos sentirse aún más cerca. La vestimenta superior de él desapareció y el pantalón comenzó a ser desabrochado por acción de ambos.
El tacto de Rocio en la entrepierna de Nicolás, le hizo despertar más su hombría y querer hacerla suya en ese preciso instante.
Continuaban besándose, pero ahora comenzaron a caminar un poco. Tropezaron y cayeron al sofá, quedando ella debajo. Rocio sintió toda la excitación sobre ella, y eso la hizo suspirar.

-vamos a la cama -le susurró la rubia al oído

Esa simple frase lo llenó de éxtasis. Intentando levantarse, cayó, pero esta vez al suelo. Las manos de ambos no dejaban de recorrerse mutuamente, los besos no bajaban su velocidad y sus cuerpos tampoco disminuían la temperatura.
En un nuevo intento, sí lograron ponerse de pie, Rocio colgada de Nicolás, con las piernas rodeando su cintura, los brazos alrededor de la cabeza y la boca besándole provocativamente el cuello.
Llegaron a la habitación. Rocio lo tiró en la cama, dejándolo acostado, y posicionándose sobre él, con las piernas a cada lado de su cadera, jugando a acariciarlo lentamente, para ver como se transmitía en su cara el placer.
La rubia le besó desde los labios hasta la parte inferior del torso, sintiendo como él se volvía loco. Volvió hacia su boca, para dejarle en claro lo mucho que le encantaba.

-quiero sentirte -le dijo directamente y él la miró con lujuria

No hizo falta más para que todas las prendas que aún quedaban en sus cuerpos desaparezcan. Nicolás invirtió posiciones, quedando él arriba, para concretar el hecho.
Se fue introduciendo en ella suavemente, para que se acostumbre a tenerlo dentro y después sí empezar con los vaivenes.
El ojiverde se sostenía de la cama mientras se movía. Rocio, en cambio, le apretaba fuertemente la espalda, besándolo descontroladamente, sintiéndose literalmente en el cielo.

-me encantas -habló como pudo, mientras ella mordía sus labios como si fuesen su droga personal

Continuaron así, entre suspiros, gemidos, toqueteos, cambios de posiciones y muchos besos por largas horas, la noche se les hizo muy corta.
Esa sensación de un cosquilleo interno los invadió repetidamente. Rocio arqueaba la espalda al sentir tanto placer, él quedaba fascinado al verla tan suya, sintiendo también el punto máximo de disfrute pasional.

-estas mejor que ayer? -.

Ya había amanecido. Pablo miraba a Mariana tranquilo, mientras ella se desperezaba.
La noche había transcurrido en paz, ella seguramente había tenido algunas pesadillas, porque se movía mucho y hablaba entre sueños, pero el morocho se encargaba de calmarla, acariciándole la espalda dulcemente.

-te quedaste acá toda la noche? -lo miró con los ojos achinados, productos del sueño
-sí -asintió
-no era necesario -se sentó
-sí que lo era, te hubieses visto lo triste que estabas -pasó su mano por la mejilla de ella
-me siento una tonta -bajó la vista
-tonta vas a ser si seguís dándole bolilla. Sos muy linda como para estar mal por alguien que no te merece -dijo completamente sincero
-es fácil decirlo -.
-no tanto -se puso de pie -me tengo que ir, vas a estar bien vos? -preguntó, encaminándose hacia la puerta
-sí, gracias -lo siguió

Al estar saliendo, se despidieron cariñosamente, pero ni un paso más, ninguno se movió. Ambos con muchos pensamientos en la cabeza.
Mariana, en un impulso, se le acercó, se puso en puntitas de pie, colocó sus manos en los hombros de él y lo beso. Pablo realmente estaba sorprendido, se quedó estático, sin mover ni un pelo. Ella se dio cuenta de ello, se separó, lo miró un instante más, y casi corrió para ingresar a su casa nuevamente, agarrar el teléfono y marcar el número celular de su amiga.

-necesito hablar con vos -dijo sin siquiera saludar
-pareciera que me lees el pensamiento -la rubia rió
-voy para tu casa, dale? -.
-No! -exclamó al instante
-bueno, está bien, pero no me grites. Venis a mi casa? -ofreció

Pasados treinta minutos, Rocio ya se encontraba sentada en el living, tomando mates, esperando a que la morocha se decida a hablar. Ambas estaban nerviosas, pero a la petiza se le notaba más. Necesitaba descargarse y poder decir en voz alta todo lo que sentía, todo lo que le pasaba por la cabeza, pero era muy difícil, y complicado.

-no sé cómo empezar -Mariana dudó
-me acosté con Nicolás -informó Rocio interrumpiéndola, sabiendo que si ella contaba sus problemas primero, su amiga se sentiría mas relajada, porque así las dos estarían en un estado de "vulnerabilidad"
-qué? -le cuestionó sin creerlo
-lo que escuchaste -tomó un sorbo
-y así tan tranquila lo decís? -le parecía irreal lo que oía
-lo hecho, hecho está -levantó los hombros
-estás arrepentida? -respiró hondo, intentado asimilarlo
-estoy dolida -hizo una mueca
-no quiero detalles -la frenó
-no seas mal pensada boluda. Estoy dolida porque me mintió -bajó la vista
-en qué? -otra vez no entendía
-sus preferencias sexuales? -lo dijo obvia
-pero él alguna vez te dijo "soy gay" literalmente? -gran pregunta
-no, pero me lo dio a entender -se puso a pensar
-se lo dijiste? -la miró fijo
-no, apenas me levanté me fui a un bar, no podía ni verlo -negó fervientemente
-así no tiene que ser Rochi -.
-ya lo sé, pero no importa -rodó los ojos -lo más loco es que él fue quien empezó todo. Yo estaba consiente de que algo no iba bien, pero me conoces y sabes que Nico me encanta desde que lo conozco, pero... -se cayó
-pero qué? -inquirió
-no hay peros, tengo que hablar con él, como vos decís -le sonrió a medias
-bueno, vos tenes suerte de que un gay esté enamorado de vos y vos no estar enamorada de uno -dijo restándole importancia
-hasta que lo admitís -se rió la rubia
-de qué hablas? -la miró fijo
-de que se te notaba a kilómetros que te gusta mi primo -volvió a reír
-vos lo habrás notado, porque él estaba muy sorprendido cuando lo besé -confesó finalmente
-y... es que él no tiene experiencia con mujeres, es gay desde siempre. Es más, nunca supe de una chica que haya logrado besarlo, siempre las dejaba con las ganas -recordó entre risas
-y entonces? qué hago? -necesitaba un consejo
-dale para adelante -la animó -y contame como fue todo -.

Hablaron durante varias horas acerca de muchos temas diferentes. Entre ellas el tiempo siempre pasaba volando. Cenaron juntas y Rocio volvió a su casa, encontrándose todo en su lugar, perfectamente limpio y acomodado. Nicolás, a pesar de no haberla visto, no la molestó llamándola ni esperándola allí. Sabía que la situación era confusa, y no la culpaba, pero de todos modos, sabía que necesitaban hablar, pero le iba a dar tiempo, no insistiéndole, pero sí haciéndole saber que en algún momento se charlaría el tema.

-quién es? -tocaron el timbre y Pablo fue a atender
-estás solo? -le preguntó Mariana, luego de saludarlo con un beso en la mejilla. Se había decidido a ir a verlo la mañana siguiente
-sí, Nico salió recién -cerró la puerta tras ella
-te quería pedir perdón -fue directa al grano -pero también preguntarte qué onda, porque Rochi me dijo que nunca dejaste que una mujer te de un beso -habló rápido
-me sorprendiste -admitió -respira hondo que no te voy a comer -se sentó a su lado
-más prefiero eso a esta duda que me carcome -lo miró a los ojos intensamente, perdiéndose en ese color verde tan puro
-no dudes, sentí -le sonrió, y Mariana no lo pudo evitar, nuevamente se le arrimó para besarlo, pero esta vez, él tenía las manos en su rostro también y ella sus brazos alrededor del cuello

El beso era tierno y muy suave. Sus labios parecían haber sido creados para estar en contacto, encajaban a la perfección. Mariana se sentía en la luna, no creía que eso que estaba ocurriendo fuera real. Había pasado toda la noche pensando en cómo encararlo, no tenía planeado decirle lo que sentía, incluso aceptaría si él le decía que las cosas quedaran en el olvido y seguir siendo amigos. Nunca pasó por su mente la posibilidad de poder volver a besarlo, y era por eso mismo que se sentía como en un cuento.

-sos la primer chica de la que me gustan sus besos -le pasó un corto mechón de cabello por detrás de la oreja -y no quiero confundirte más -acotó al ver su expresión facial -pero ni yo entiendo esto -rió entre dientes -podemos intentarlo, si te parece -sugirió
-si -aceptó feliz como una niña pequeña cuando le regalan un juguete nuevo -te quiero -lo miró pacíficamente
-y yo a vos. Y a tus besos - volvió a unir sus bocas, siempre de manera dulce y delicada.

Estaban apostando a una pareja no esperada, pero que sí prometía. Cuando dos personas tan diferentes se juntaban, se formaba un complemento. Dicho complemento comenzaba a actuar de una forma especial, donde todas las acciones se cometían con dudas a cómo podría reaccionar el otro, pero siempre buscando la felicidad de la pareja. Mariana y Pablo estaban empezando a ser un complemento mágico

-Pablo, no venías dentro de una hora? -gritó Rocio, dirigiéndose hacia la puerta -ah, sos vos -dijo al ver de quién se trataba

Nicolás se encontraba parado en la entrada del departamento de la rubia, viéndola vestida con aquel pijama pequeño que cubría menos de lo necesario. Antes de llegar al lugar, se preguntaba si pudo haber alguna posibilidad de que lo ocurrido no sucediera, para no arruinar la relación de amigos que tenían, pero observándola ahora se daba cuenta que no, que hubiese sido imposible, porque más allá del deseo sexual que le provocaba, algo en aquella chica lo había cautivado desde el primer momento.

-no me vas a decir nada? -preguntó cuando la vio tranquila, sentada sobre la mesa de la cocina, callada
-estoy esperando que vos hables -le informó
-bueno, te explico -respiró profundo -lo que pasó ayer fue algo que realmente tenía ganas de hacer, pero desde el día uno supe que sería difícil. No sé por qué vos asumiste desde que nos conocimos que yo era como tu primo, porque nada más alejado de la realidad. No es algo contra Pablo, es mi mejor amigo, pero no comparto los gustos, me gustan las mujeres, mucho, y vos en especial -dijo todo de una, notando que ella no tenía intenciones de interrumpirlo
-y por qué no me lo dijiste antes? Las cosas hubiesen sido diferentes -se miraban de manera fija
-porque Pablo me dijo que vos odiabas a la gente que se avergüenza de lo que es, y que si yo te decía que no era gay, me ibas a interpretar mal, pensando que era algo que me daba pudor admitir -esa había sido una de las primeras charlas que había tenido con el morocho acerca de su prima
-es cierto -bajó la vista y cuando la levantó, se dio cuenta que realmente estaban mas cerca de lo que creía -hay una cosa que quiero decirte -estiró el brazo para tomarlo desde la remera y aproximárlo bien contra la mesa -me encanta que sea bien hombre -le susurró al oído, para luego enganchar sus piernas a la cintura de él y comenzar a besarlo

Tal como la noche anterior, sus besos tenían gusto a pasión, deseo y desesperación. Nicolás la acostó sobre la mesa, para él colocarse arriba y seguir besándola por todas partes. Pasó por su cuello y se entretuvo largo rato; por el valle de sus pechos, donde disfrutó de escuchar los suspiros de placer de ella; por el estómago hasta llegar a su feminidad. Le quitó el short y la besó por encima de su ropa interior, pero nada más, quería hacerla desear mucho.
De un giro inesperado, Rocio lo dejó abajo a él. Ahora era ella quien tenía el control de la situación. Pasó su lengua por el oído de él, jugando con su lóbulo y diciéndole cosas sexys para provocarlo aún más. Al bajar a su cuello, se dedicó a "marcar territorio". Era algo que le excitaba mucho el hecho de ver en el cuello de su hombre señales de que era suyo y que ella era quien le hacía disfrutar. Los besos finalizaron en la boca, pero no la acción. Mientras se ocupaba de que sus labios no se despegaran, dirigió sus manos hacia la única prenda que se encontraba sobre el cuerpo de él, no para quitarla, sino para jugar.
Sentía como Nicolás cada vez estaba más "a punto" y le encantaba ser la que producía aquello, más sintiéndolo bajo suyo.

-no vas a ir a atender, verdad? -otra vez el timbre había sonado
-es mi primo, te acordas que hoy comíamos acá? -rió divertido al ver la cara que él tenía
-no me podes dejar así -se sentó con ella aún arriba
-anda a darte una ducha fría, ya sabes donde está el baño. Yo me voy a cambiar -le sonrió, bajándose de la mesa
-así estás hermosa -la tomó de la cintura y le robó un beso -y mira que esta noche no te salvas -le mordió el labio provocativamente
-y quién dijo que me quiero salvar? -volvió a reír y se metió dentro de su habitación

Rocio se cambió de vestimenta, poniéndose un vestido corto, color celeste con detalles en rosa y escote corazón. Fue a abrirle a Pablo, quien esperaba en la puerta junto a Mariana, pero no sin antes recoger la ropa tirada y lanzarla sobre su cama para que no la vieran.

-qué haces saliendo del baño desnudo vos? -preguntó el morocho cuando vio a Nicolás salir de allí con solo una toalla que rodeaba su cintura
-me vino a pedir disculpas porque anoche se portó mal conmigo, pero en el camino se cayó en un charco de barro, entonces le dije que se bañe mientras la ropa se lava. Total, tengo ropa tuya acá que él puede usar -mintió con simpleza
-ah -en realidad, Pablo no creyó ni una palabra, pero le resultaba gracioso ver la cara de su amigo atormentado

El almuerzo pasó tranquilo, lleno de charlas, risas, bromas y algunos comentarios subidos de tono que daban a entender que todos sabían todo lo ocurrido en las últimas cuarenta y ocho horas.

-como que estamos todos un poco cambiados, no? -acotó Mariana, y los demás asintieron sonriendo

Eso era verdad. Pequeños cambios en los cuatro. Pablo en sus gustos, no completamente, pero sí abierto a algo que no había experimentado con anterioridad. Mariana en actitud, ya dejaría de sufrir por alguien a quien nunca le importó, para dedicarse plenamente a este nuevo amor que la tenía felizmente embobada. Nicolás tuvo un cambio de imagen interior, porque para sus amigos y allegados, él era el mujeriego que andaba con todas, pero ya no,  ahora se le notaba ocupado con una sola mujer, y eso realmente le gustaba. Y el cambio de Rocio consistía en un cambio de pensamientos, ya sea por el que refería a Nicolás como uno interno. Ella se sentía cerrada al amor y dispuesta solo a divertirse, pero eso era simplemente porque no llegaba la persona indicada. Ahora, con el rubio en su vida, las cosas eran diferentes, porque nunca antes había sentido la combinación de amor con pasión hacia una misma persona.
Experiencias nuevas para todos, pequeños cambios también. Sencillamente vidas para disfrutar.

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