sábado, 19 de febrero de 2011

Por Ella

Por ella

Pablo regresaba a su hogar luego de un día de trabajo muy agotador y completo en el estudio de abogados. En su casa lo esperaban su mujer y su hija.
Abrió la puerta cuidadosamente y con lentitud miro hacia el interior del lugar. Una nena se acerco corriendo a él y lo abrazo; Pablo la alzo, dejando en el piso su maletín, y le dio un tierno beso en la mejilla.

-como andas papi? -le pregunto la pequeña sonriendo, ya parada en el suelo

Su nombre era Valentina, tenia cuatro años. Era rubia de ojos color verde, combinación heredada de sus padres.

-bien princesa, y vos? -respondió dulce, yendo con ella hasta la cocina
-bien. En el jardín la señorita me felicito por mi dibujo -le contó orgullosa de si misma
-esa es mi hija, la mas hermosa -chocaron sus palmas, y él levanto la vista, encontrándose con una rubia mas alta, a la cual tenia la suerte de llamar esposa -al igual que la madre -deposito un calido beso en sus labios y volvió a sonreír
-Valen, por que no vas al cuarto de mami y papi y miras los dibus un rato? -le propuso ella y la niña felizmente acepto

Pablo al ver retirada a su hija, se atrevió a tomar por la cintura a esa persona de una belleza incomparable, de ojos miel y sonrisa encantadora. La beso apasionadamente, pero ella, a los pocos segundos se separo, y su cara no expresaba esa alegría de antes.

-pasa algo amor? -cuestionó completamente desentendido
-a vos te parece una linda hora de llegar? -se cruzo de brazos y lo miro serio
-se complicaron algunos casos, y tuve que resolver cosas -explico pacíficamente
-no lo podía hacer otra persona? -ella no cambiaba su forma de hablarle
-eran casos míos, yo solo sabia de que se trataba, me podes entender? -se acerco e intento acariciarla, pero la mujer lo rechazo
-te la pasas trabajando, no estas nunca en casa, te vemos cinco minutos como mucho, quien entiende mi enojo? -elevo apenas su tono de voz. Realmente estaba enojada
-pero Rocío comprende, hago lo mejor que puedo para darles todo lo que quieren -no pudo continuar hablando
-un padre quiere tu hija, y un esposo quiero yo -dijo interrumpiéndolo
-la nena me tiene a mi, y vos sos la que te alejas -ahora si discutían los dos
-la nena te tiene? cuanto? quince minutos. Valentina se merece estar con el papa más de diez segundos y con una sonrisa que no sea fingida -a ella lo que mas le dolía era eso
-los fines de semana estoy todo el día con ustedes -acoto simplemente
-la semana consta de cinco días mas además de eso eh! -Pablo iba a hablar, pero ella continuo -no se que harás en el trabajo, pero seguro que posibilidades para poder llegar mas temprano hay -lo miraba con enfado y mucho dolor
-que insinuas? -se imaginaba algo de lo que su esposa podría estar pensando
-no insinúo nada, porque el por cariño que me tenés o el respeto que me merezco, se que me dirías la verdad. Solo digo que me molesta demasiado ver como llegas, cenas y te vas a dormir, sin de tiempo para nosotros dos, ni para tu hija -respiro profundamente, aguantando unas lagrimas que estaban a punto de derramarse- me duele ver como lo que soñábamos a los diecisiete años, nada se  cumplió. Eso de verla crecer juntos y en cada momento estar acompañados, donde quedo? contame -su mirada decepcionada y enojada estaba sobre él
-te repito, hago lo posible para cumplir eso -el morocho acordaba perfectamente las charlas de esa edad
-la verdad no se si creerte, porque si te esforzarías el cien por cien, te tendríamos en casa mucho mas temprano -eso fue un reproche echado en cara
-basta -grito la pequeña rubia  desde la puerta de ese sitio

La niña, que minutos antes se había acordado de decirle una cosa a su madre, estaba parada allí, escuchándolos desde hace rato, y llorando sin consuelo.
Salio corriendo hacia su habitación y se encerró fuertemente. Odiaba escuchar a sus padres pelear, y a pesar de que no entendía los motivos, pensaba y sabia que seguramente se podía arreglar  todo con una charla tranquila, como aprendía en el jardín de infantes.

Pablo y Rocío fueron tras ella desesperados. Golpearon la puerta, le pedían dulcemente que salga, pero era totalmente inútil, nada era suficiente ni capaz de hacer que Valentina abra la puerta.
Desganados se dirigieron al living y se sentaron en el sofá, uno al lado del otro y en sumo silencio, ambos muy pensativos.

-podemos hablar sin pelear? -pregunto proponiendo la rubia
-si -asintió simplemente
-perdón -bajo la cabeza apenada y avergonzada por la actitud que había tenido anteriormente
-disculpame vos también -llevo su mano al mentón de ella y levanto su vista
-hagámoslo por ella, intentemos no discutir así, charlemos calmados -en sus ojos se veía arrepentimiento puro, y culpa por la actitud de su hija
-si, te prometo que voy a hablar con mi jefe, voy a trabajar menos, voy a estar mas en casa, pero no solo por ella, por vos también, por nosotros -sonrió, contagiando así esa misma acción a la que tenia en frente
-te amo amor -muy despacito y suavemente, fueron acercándose, rozando sus labios con cuidado y algo de vergüenza, ya que esa pelea que habían tenido, desde un punto se veía tonta, pero no por las razones, sino por la forma.

Se besaron así, apasionada y amorosamente, por largo rato, hasta que la voz de Valentina los distrajo.

-mami y papi felices? -preguntó inocente, con un hilo de voz esperanzado
-muy felices princesa -contento Pablo
-y para siempre no?-él asintió y se abrazaron los tres, pues la nena ya estaba en brazos de su padre
-comemos helado y vemos una peli? -ofreció el ojiverde, mientras se dirigía a la cocina. Ellas aceptaron gustosas

Así, la noche del viernes termino con la familia completa, sentados acurrucados en el sillón del estar de la casa. Todos sonrientes y felices, a pesar de no haber pasado un muy buen momento antes de eso.