jueves, 20 de diciembre de 2012

Ahí estaré - Nicochi&Pablali

Ahí estaré

El morocho dibujaba en la arena inmerso en sus pensamientos. La estaba pasando muy bien, pero también sentía que su cabeza traicionaba a su amigo, y eso nunca podría permitirlo. Él nunca le había hecho ninguna advertencia, pero era ley de vida: las hermanas de los amigos son intocables. Pero no, el ojiverde se enamoró, y ya no había vuelta atrás.

-Pablo, ya está lista la cena, vamos? -la voz de una morocha de corta estatura lo sobresaltó, haciéndolo tirar el palito que tenía en la mano a cualquier lado -che, ya sé que soy fea, pero tampoco es para que te asustes tanto -rió entre dientes
-serás muchas cosas, pero fea, definitivamente no -le sonrió poniéndose de pie
-qué es eso que escribiste ahí? -preguntó haciendo referencia a lo que estaba en la arena
-nada -se apuró a borrar todo -vamos a la casa mejor -.
-bueno, si vos decís -frunció los hombros, sonrió y caminó junto a él
-Rochi debe estar chocha -hizo un comentario, para quitar la tensión del momento
-por qué lo decís? -cuestionó risueña
-porque le encanta Nico desde hace mucho tiempo, y hoy cuando él se ofreció a ayudarla a preparar la comida, casi se muere, te lo aseguro -era su mejor amiga, la conocía mejor que nadie
-ay, me jodes! Nico también está embobadísimo con ella hace mucho, es casi insoportable -revoleó los ojos
-y cómo es que nunca me enteré? Soy su mejor amigo, no? -la miró fijo
-sí, pero vos sos como un hermano de Rochi, y Nico es muy leal a sus pensamientos, y eso de "salir con la hermanita de tu amigo" le desagrada al máximo, aunque es muy molesto -ambos miraron para otro lado
-bueno... -respiró hondo -esperemos que no sea tan tonto de pensar que yo puedo querer impedir que mis amigos sean felices juntos -sonrió, con un dejo de esperanza y tristeza en la voz
-ojalá el pensara como vos -acotó ella por lo bajo
-qué? no te escuché -mentira, sí la había oído, pero quería saber a qué se refería
-llegamos -sonrió y entró rápido a la casa

Pablo entró a la cocina y se encontró con una imagen no habitual pero sí muy tierna. Y es que como Nicolás y Rocio habían cocinado fideos, les fue inevitable hacer una "guerra de harina" y terminaron muy sucios. El rubio le limpiaba suavemente el rostro a ella, mientras se miraban muy dulcemente.
Cuando lo vieron al morocho en la puerta, se separaron instantáneamente, mirando para cualquier lado.

-Nico, después tenemos que hablar -sólo dijo eso y se fue
-andá ahora, hay unos minutos libres mientras esto se termina de cocinar. Lali y yo preparamos la mesa -ella le hizo una caricia suave y fue al baño, a terminarse de limpiar
-Pablo -gritó Nicolás, para saber dónde estaba
-nabo, estoy en la pieza -recibió otro grito como respuesta
-qué me tenías que decir? -entró a la habitación y cerró la puerta tras él
-me contó un pajarito que estás muerto con Rocio y que nunca avanzaste por mí -lo miró sereno
-voy a matar a mi hermana -amagó a irse
-sos boludo? -Nicolás giró -vos crees que soy capaz de evitar que seas feliz? de verte sonreír como hace un rato? Soy cursi, me conoces, pero te digo enserio, nunca te vi mas contento que cuando la mirabas a Rocio en la cocina -habló sincero
-igual no sé si ella está así como yo -se sentó en su cama
-me estás cargando? Si en estas horas que estuviste con ella, te dio pie a que te le acerques, hicieron bromas y todo, te pensas que siendo como es ella, no siente algo por vos? -.
-vos decís? -preguntó no muy seguro
-de verdad vos eras el ganador del curso? No lo puedo creer eh! -le tiró un almohadazo
-a comer che! -Mariana les golpeó la puerta

La cena pasó entre charlas, risas, bromas, comentarios serios. Estaban sentados Rocio al lado de Nicolas, al lado de él Pablo y entre el ojiverde y la rubia, Mariana. De vez en cuando Pablo desviaba la vista hacia la petiza, intentando ser disimulado, pero no lo consiguió, porque en varias oportunidades ella lo captó, y le devolvió la mirada, sosteniéndosela unos cuantos segundos.
Y mientras los morochos se debatían entre quién tenía los ojos mas profundos, los rubios no ocultaban nada. Se reían juntos, se miraban incansablemente los labios, y como detalle que coronaba todo, debajo de la mesa, sus manos estaban entrelazadas sobre la pierna de ella, aprovechando él a acariciarla muy delicadamente.

-yo me voy a bañar y a dormir, estoy cansada -avisó Mariana, mientras se levantaba de la mesa
-yo ordeno todo esto -se ofreció Pablo, guiñándole un ojo a su amigo
-Ro, querés ir a caminar a la playa? -le susurró Nicolás al oído y ella asintió

Al salir de la casa, inconscientemente se tomaron de la mano, acto que provocó una sonrisa enamorada en ella, incomparable. Llegaron a destino, y ella se sacó los zapatos: unos suecos coloridos y con taco, no eran muy aptos para la arena. Él los tomó amablemente y los llevó en su mano.

-qué te dijo Pablo? -cuestionó curiosa cuando ya estaban donde el agua le mojaba los pies, transmitiéndoles una sensación de tranquilidad pura
-que si soy feliz, me anime -.
-te animes a qué? -no terminaba de entender y él tampoco le dio mucho tiempo a pensar. Se detuvo al instante, la tomó del rostro decidido, acercó sus caras y la besó, como desde la primera vez que la vio, tuvo ganas de hacer. Sentía su perfume de mujer, el de su piel, porque sabía que no siempre usaba una fragancia, simplemente era su propio aroma, y le encantaba -que me anime a esto -sonrió, sin despegar sus frentes ni dejar de mostrar sus dientes, feliz
-Gracias -dijo ella solamente, bajando la vista
-pasó algo? Ya no sonreís como hace un ratito. Hice algo mal? -se preocupó
-no -negó suave y se sentó -enserio quiero agradecerte por acceder a que yo venga con ustedes de vacaciones. Tuve un berrinche bastante chiquilín, lo admito, pero realmente Pablo es el único ser humano que me queda conmigo, mis viejos fallecieron en ese maldito accidente, y mi abue me dejó hace unos meses. Pensar estar todo un verano sin mi mejor amigo, iba a hacer que me sienta la persona mas sola de todo el universo, y sé que hay gente que está en peores situaciones, pero yo de verdad no me quería quedar sin nadie, aunque hubiese sido poco tiempo -hundió su rostro en sus rodillas, derramando algunas lágrimas
-Me parece que Lali no cumplió su parte del trato entonces -Rocio lo miró sin entender nada, y Nicolás aprovechó para secarle el rostro -te paso a explicar -le regaló una sonrisa -yo la dejé a Lali venir con nosotros, porque había hecho un trato: ella venía si te convencía a vos de venir -la rubia abrió bien grande los ojos -nunca te dijo nada, no? -ella negó
-Ya la voy a agarrar -ambos rieron entre dientes -te puedo corregir algo de lo que dijiste antes? -ella le dio el pie -Pablo no es la única persona que está con vos, yo también lo estoy. Para lo que seas que necesitas, yo ahí estaré, siempre dispuesto a ayudarte en lo que sea -Rocio se abalanzó sobre él, abrazándolo fuerte
-gracias, gracias gracias -.
-de nada, de nada, de nada -volvieron a reír
-vos siempre haciéndome reír, que linda habilidad que tenes -se separaron
-vos sos la que causa eso: sacar lo mejor de mí -tomó sus manos, le gustaba tenerlas entrelazadas
-te quiero Nico -lo miró fijo y el le respondió con un beso, uno muy lento y delicado. Esa forma de responder era una manía que a Rocio comenzaba a encantarle.

Y mientras ellos se seguían mimando, en la casa, Mariana comenzaba a sentirse mal.

-Pablo, me podrías alcanzar un vaso de agua por favor? -ella estaba sentada en el sofá, con los ojos cerrados, intentando descansar
-te sentís bien Marian? -le alcanzó la bebida y se sentó a su lado
-tengo un poco de frío y me duele mucho la cabeza -tomó el agua despacio
-permiso -le tocó suavemente la cabeza, y sí, lo que pensaba
-tenés fiebre La -la miró preocupado
-no grites -cerró los ojos con fuerza
-vamos que te llevo a tu cuarto y te recostas ahí -ella intentó pararse, pero realmente no se sentía bien, y no tenía energías para hacerlo -te ayudo -él la cargó en sus brazos, aunque tampoco hizo mucho esfuerzo, Mariana era una chica de contextura física pequeña. 

A pesar de no ser el mejor momento, Pablo aprovechó para mirarla con detenimiento. Sus ojos marrones, su delicada nariz, su pelo suave, su preciosa sonrisa, sus tentadores labios. Todo le atraía. Todo de ella era perfecto para él. No quería quitar su vista de aquella mujer que cada día le fascinaba más, pero tenía que hacerlo. Pensar todas esas cosas eran una clara "traición" a su amigo. Debía obligarse a sacar aquello de su cabeza, aunque le costase.

-me voy a fijar si hay un termómetro, ya vengo -se levantó de la cama donde ella estaba acostada
-no -lo tiró de la mano -quedate -pidió haciendo que nuevamente se siente
-Marian... -no dijo más, sólo la observó
-yo vi lo que escribiste hoy en la playa -los ojos de ella estaban entre-abiertos y su voz era débil, se notaba que hacía un gran esfuerzo para hablar -y también escuché como le dabas ánimos a Nico para avanzar. Por qué vos no te la jugqs también? -él quedó unos segundos en silencio. Qué podía responderle?
-no sé de qué hablás -negó suave, otra cosa no se le ocurría
-no seas así. Esto es lo que me pone mal -abrió un poco más sus ojos -yo te quiero Pabli, y algo que me dice que vos me querés a mí -sonrió levemente
-descansá -le acomodó un mechón de pelo tras su oreja, acariciándole el rostro a su paso
-quiero un beso -el morocho no tenía forma de escaparse, ella lo tenía agarrado, y su corazón tampoco lo dejaba marchar
-La, intentá dormir -nada más. Ni una sola palabra más se escuchó, y es que ella era alguien de tomar la delantera, siempre lo fue. A su hermano lo amaba, pero de Pablo estaba enamorada, y quería sentir amor, poder estar en pareja, sonreír como estúpida ante una mirada que significase un "te quiero" o un "te amo". Nicolás no se lo podía impedir -me quedo acá, pero vos dormí, sí? -esta vez, él sonrió, feliz?

La noche concluyó. Rocio y Nicolás volvieron entrada la noche y, al regresar, se dirigieron a la habitación de ella. No era compartida con Mariana, pues los chicos habían accedido a que los cuartos individuales sean para las damas, ellos no tenían problema en dormir en el mismo. Nada iba a ocurrir entre esas cuatro paredes mas que algunos besos y caricias. Fue un pedido de Rocio el que durmieran simplemente abrazados, era algo de lo que más extrañaba de su padre.
Por su parte, Mariana y Pablo también dormían en la misma habitación, pero no en la misma cama. Él la observó todo el tiempo que estuvo despierto hasta que el sueño lo venció. Era un ángel, a veces medio travieso, pero su ángel en fin.

"Espero que te sientas mejor. Te dejo el desayuno acá, para que lo tomes en la cama, que sé que te encanta eso. Te quiero. P."

-me gusta tomarlo en la cama, pero acompañada -acotó por lo bajo, pero con una sonrisa también

La mañana pasó rápida y el medio día llegó mas veloz aún. Faltaba poco para comer aquella comida preparada por los hermanos chispitas, como los llamaban todos, debido a sus carácteres tan peculiares. 
Nicolás dejó a cargo de los últimos detalles a Mariana y rápidamente fue a hablar con Pablo, a quien debía dejarle unas pares de cosas en claro.

-che, y vos cuándo vas a avanzar? -el rubio entró al cuarto y recibió una mirada confundida de su amigo
-de qué hablás? -dejó lo que estaba haciendo y se acomodó para prestarle atención
-de que mi hermana me tiene harta "que Pablo de acá, que Pablo de allá" y bueno, me cansé, mejor escuchala vos, que sos el del asunto -le sonrió
-vos tomaste? -ese comentario no era digno de Nicolás
-te estoy diciendo que podes estar con Lali y me preguntas si estoy alcoholizado? Esto es un mundo paralelo, porque en este universo real, estarías saltando en una pata, mínimo -lo miró fijo -acaso a vos no te gusta la petiza? -Pablo asintió con timidez -buena, ella también está hasta las manos con vos, y a pesar de que son muy obvios, hace un rato me lo confesó, y la veo feliz, y tendré que aceptar que vos sos el motivo. Así que mejor que antes de que me arrepientas vayas y le diga por lo menos "intentemos", porque si veo que derrama una mísera lágrima por vos, me voy a olvidar de todo lo que te quiero -sonrió irónico
-gracias -Pablo lo abrazó. Ese gesto que el rapado había tenido significaba demasiado
-decile a Rochi que suba -le guiñó el ojo, dándole a entender que era el momento para que ellos pudieran hablar
-ojo con lo que hacen -rió. No había entendido del todo

-La... -se le acercó por la espalda y la abrazó, apoyando su cabeza en el hombro de ella -no puedo creer que hayas tenido mas agallas que yo, pero la verdad, no pude haber elegido mejor persona para enamorarme -la morocha no decía nada, solo escuchaba con emoción
-hablaste con Nico? -sonrió y se dio vuelta, quedan así, frente a frente
-sí -asintió y sonrió como nene con juguete nuevo
-eso quiere decir que...? -lo miró atenta, ansiosa
-que te quiero -comenzó a susurrar- que quiero estar con vos -se acercó a sus labios muy lentamente, primero rozándolos y luego sí, entregándose a un beso lleno de amor, un amor sentido durante largo tiempo, pero guardado por temores, casi chiquilines temores
-yo también te quiero, y quiero que te quede muy claro que por esto, por este "nosotros" que está naciendo, soy capaz de enfrentarme a mi hermano y a todo el mundo, que de la misma manera que vos estuviste ayer, yo voy a estar mañana, pasado, y cuando sea. Porque realmente te quiero, y no deseo que esto se arruine por cualquier tontería. Para lo que necesites, yo ahí estaré, quiero que grabes eso a fuego en tu cabeza y en tu corazón -le dio un corto beso
-sos mi ángel Mariana, siempre lo pensé, y estoy feliz de poder decírtelo por primera vez -sonrió y volvió a unir sus labios

Aquella era una conexión hermosa y sumamente esperada por los protagonistas.
Y mientras ellos se demostraban su amor en la cocina, Nicolás y Rocio jugueteaban en la habitación, haciéndose cosquillas, muy graciosos.
Los cuatro se daban a entender que siempre iban a estar ahí, cuando se sintieran mal física o emocionalmente. Cuando estaban confundidos o tristes en el interior. 
Siempre iban a estar porque eran incondicionales, y eso era lo valioso de cuando se decía ''Ahí estaré", que sea real, sentido, de verdad.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Rebelde y medio - Pablali


Rebelde y medio - Pablali

Ingresaba al instituto mirando a todos por arriba, a pesar de su corta estatura. No estaba sola, su amiga la acompañaba, quien iba tomada de la mano de su novio.
Miraba al resto con su aire de grandeza, como siempre. "Tenía motivos" pensaba. Aunque no era así en todos los aspectos de su vida. Con su hermanilla, Rocio, era la persona mas locamente divertida que podría existir.

El único chico entre ellas saludó a su mejor amigo, que estaba apoyado sobre la pared, mas allá. A ese fue al que peor miró Mariana, la peticita agrandada. Aquel era el hijo del mas importante socio y compañero de trabajo de su padre. Se veían casi todos los fines de semana, sin contar los días escolares.

-Ro, me voy con Pablo -aviso la pareja de esta misma
-no lo nombres Nicolas! -exclamó
-La, yo te adoro a vos, pero él es mi amigo, no jodas -él revoleó los ojos
-nos vemos en el recreo? -la rubia lo miró coqueta
-obvio -se acercó a ella y le dio un dulce beso sobre los labios -te amo -sonrió y se fue
-no es el mas tierno? -preguntó embobada, viéndolo a lo lejos
-vamos Rocio -la tomó del brazo, ya malhumorada

Jueves a la tarde. Casa de Mariana. Los padres de ambos se encontraban reunidos en un almuerzo entre colegas. Al instante que la morocha se retiró de la mesa, Pablo pidió hacer lo mismo, excusándose con que estaba cansado e iría al cuarto de huéspedes a tomar un descanso breve.

-qué querés nene? –le preguntó ella al verlo en su puerta
-se puede saber por qué me mirás así? –entró a la habitación, haciéndola retroceder y cerrando tras él
-así cómo? –quedó sentada en la cama
-así como ahora –sonrió de costado –o te debo o te gusto –rió entre dientes, pícaro

La “relación” entre ellos siempre había sido de esta manera: en el colegio Lali se creía mucho, para disimular ante todos, pero cuando estaban a solas, casi siempre quedaba muda, y él disfrutaba muchísimo de eso. Le gustaba ver las diferentes formas en que alguien se podía comportar con una misma persona en diversas situaciones.
Si bien en muchas ocasiones él la provocaba, tantas otras, la petiza tenía actitudes odiosas para con el resto, que hacían surgir en el interior de los demás, unas ganas extremas de hacerla entender que ella no era el centro del mundo, y ni mucho menos, a todos les interesaba su persona.

-pero qué decís? –se puso de pie
-lo que se nota a distancia Marianita –ella estaba boquiabierta
-que sos un tarado? Sí, el universo entero está enterado de eso –se dirigió nuevamente hacia la entrada de la habitación –te podes ir por favor? –sonrió falsa
-no querés que me vaya –se le acercó mucho, pegándola a la puerta casi
-salí Pablo! –chilló
-no –dijo sereno
-salí o grito –amenazó
-no vas a gritar –negó con su cabeza, seguro de lo que decía
-querés ver? –él hizo una seña con su cabeza, probándola –papá!! –finalmente sí, gritó

-qué pasa acá? –Gustavo, el padre del morocho, apareció allí –te hizo algo Marian? –el joven hombre entre los presentes revoleó los ojos
-me está molestando –lo acusó cual niña pequeña
-Pablo, no te parece que estas un poquito grande para seguir jugando a molestar a las nenas? –lo reprendió
-igual –ella intervino –yo tengo casi su misma edad –odiaba que la tratasen de menos
-además, qué haces acá? –Gustavo la ignoró y siguió hablándole a su hijo
-le vine a preguntar algo del colegio, y se lo tomó mal –mintió sin darle importancia a si le creía o no
-ya nos vamos, te venía a avisar eso, así que despedite y bajá –fue último que dijo antes de desaparecer
-no podes ser tan chiquilina –rió
-chiquilina no, rebelde –le guiñó un ojo
-ja ja –exageró –a rebelde, rebelde y medio Marianita –siguió riéndose mientras se iba
-no me digas así! –se escucho ese grito desde la planta inferior de la casa, al mismo tiempo que él continuaba con su sonrisa en el rostro

~

-así como te digo Ro, es un imbésil –al día siguiente, Mariana se ocupada de contarle todo, con lujos de detalle y exagerado, a su amiga
-a ver señorita Espósito si se calla. Vaya al baño como pidió y luego busque los materiales de la clase donde corresponde –la profesora se había cansado de escucharla hablar
-ya vuelvo y te termino de contar –sonrió y salió del aula

Caminaba por los pasillos aburrido, buscando entretenerse con algo para quedarse fuera de su salón de clases, cuando la vio entrar al cuarto de materiales, peinada, bien uniformada, con una sonrisa en su rostro, impecable como siempre. La siguió sigiloso, sin hacer ruido, y cuando ella ya había ingresado, entró también al cuartito.

-perdón? –lo miró sin entender
-sí, te perdono –mostró su sonrisa
-qué haces acá? –preguntó poniéndose histérica
-estaba aburrido –comentó simple
-y decidiste molestarme a mí como de costumbre –revoleó la mirada
-digamos que sí -.
-hoy no estoy para eso. Correte de la puerta y dejame salir –Pablo seguía en el medio del camino –enserio nene –lo miró seria
-no me voy a correr –sonrió
-y después quién es la chiquilina? –se cruzó de brazos
-ah, entonces admitís que sos chiquititita? –habló gracioso
-estúpido –no cambiaba su expresión enojada del rostro
-chiquita –reía al verla así
-quiero salir –gritó histérica
-intentalo –él seguía muy tranquilo, hasta que, unos segundos después, escuchó un ruido raro y vio la cara de ella
-mirá lo que hiciste! –ahora estaba mas alterada que antes
-yo hice? Disculpame, la que tiró del picaporte y lo rompió fuiste vos, no yo -.
-y ahora cómo salimos? –preguntó entre desesperada y emocionalmente quebrada
-alguien nos vendrá a buscar cuando se den cuenta que estamos tardando mucho –se sentó en el suelo, apoyado en la pared contraria a la puerta
-no! Yo no me puedo quedar tanto tiempo acá –intentó, inútilmente, reparar lo que se acababa de dañar –le voy a mandar un mensaje a Rochi, ella me va a sacar de acá -.
-no hay señal –le informó
-pero… -se quedó sin nada para decir –mantenete alejado –le ordenó, mientras ella también se sentaba lo mas distanciada de él posible

~

Entró y los vio besándose. Vaya sorpresa la que se llevó la rubia. No podía creerlo, hasta hacía una hora su amiga le estaba comentando lo insoportable que le parecía, como todos los días, y ahora los encontraba en pleno florecimiento del romanticismo. No hizo ningún ruido y continuó mirándolos disimuladamente, con una sonrisa pintada en su rostro, le agradaba tanto ver así a su casi hermana.

-Ro! –exclamó sorprendida cuando se percató de su presencia allí –cuándo llegaste? -.
-hace como diez minutos –rió entre dientes
-ay –miró para todos lados
-no te preocupes por la tardanza, le dije a la profesora que no te sentías bien, ni física ni emocionalmente, y por eso tardabas, pero igual me mandó a buscarte –explicó rápido
-y a vos no te tienen que venir a buscar? –le preguntó la morocha al chico
-yo estoy en último año, no se preocupan tanto –sonrió acariciándole suavemente el rostro
-de qué me perdí? –preguntó Rocio graciosa
-de todos modos… -Pablo se levantó y ayudó a la morocha a hacerlo –tendría que ir volviendo al aula –depositó un delicado beso sobre la comisura de sus labios –nos vemos después Marianita –mostró su sonrisa y se fue
-vamos a clase que hoy te quedas a dormir en casa y te cuento todo –salieron corriendo hacia donde debían

~

-Mariana Espósito dejá de dar vueltas y contame todo ya –dijo firme la rubia, que veía a su amiga ir y venir en la habitación
-es que es complicado, y ni yo entiendo cómo sucedió –rió
-hacé memoria –le ordenó
-bueno, a ver… -cuando estaba por empezar a hablar, un mensaje de texto llegó a su celular

“Nos vemos mañana a las tres de la tarde en la placita cerca de tu casa, dale? Decile a Rocio que vaya, que Nico quiere verla y está casi desesperado, jaja. Te quiero”

-está muerto por vos eh! –bromeó la ojimiel
-y Nicolás? –le contestó, en el mismo tono, mientras escribia la respuesta al mensaje
-él es mi novio hace un año, no hace dos horas –sonrió recordando a su rubio
-no estoy de novia con Pablo –corrigió al momento

“Sí sí, vamos las dos. Mandale saludos cariñosos a Nico, pero no con el mismo cariño que te los mando a vos. Besito. Te quiero más”

-mejor me das el celular, porque ya veo que empiezan la discusión tonta de “yo te quiero mas, yo más. Yo más” y no me contas nada –le arrebató el teléfono, y cuando iba a protestar, volvió a hablar –contame Mariana -.

Flash back 

Seguían sentados bien separados, en silencio. Habían pasado ya veinte minutos desde que se quedaron encerrados, y la situación estaba rara. Él la miraba de reojo, y cuando notaba que ella lo miraba, corría la vista rápido. Lo mismo hacía ella, pero dándose cuenta de que algo entre ellos no estaba como siempre.

-me gustas más así, serena y no tan verborrágica –Pablo fue quien rompió con el silencio
-te gusto? –preguntó, intentando molestarlo
-sí –él seguía tan pacífico como antes
-qué pasó Pablito, confesiones de las once de la mañana? –rió
-y volviste a ser la Marianita insoportable de siempre –giró la vista hacia la nada
-no, perdón. Es que no estoy familiarizada con el hecho de hablar sin pelear con vos –lo vio mientras se paraba y volvía a sentarse al lado suyo
-permiso –se acomodó con una sonrisa
-y desde hace cuánto que te gusto? –la pregunta parecía otra molestia, pero lo dijo de una forma tan delicada, que él respondió sin problemas
-desde siempre podría decirse, pero vos me tratas siempre tan mal que bueno, te sigo el juego de la rebeldía –se hundió de hombros
-rebelde y medio –recordó lo que había dicho el día anterior, pero en voz muy baja, él no la escuchó
-enserio creo que vos y yo podríamos llevarnos muy bien si no nos comportáramos como nenes todo el tiempo –afirmó seguro de lo que decía
-Pablo… -clavó su vista en los ojos de él, y por primera vez pudo sentir la profundidad de ese color verde tan puro y calmo

No hubo palabra más que haga falta, El morocho la tomó muy suavemente del rostro y acercó sus labios hasta casi rozarlos. Los ojos de ambos estaban entreabiertos, mirándose deseosos. Ella fue la que terminó de avanzar e hizo efectiva el choque de sus bocas, tranquilos, relajados, pero al mismo tiempo nerviosos y con “mariposas en la panza”.
En esa circunstancia los encontró Rocio. Se besaban ya por quinta vez en la misma situación. Mantenían sus frentes unidas, sosteniéndose mutuamente la cara, diciéndose palabras bonitas, regalándose sonrisas y coronándose con besos. 
Los sentimientos entre ellos estaban desde el principio, pero ninguno de los dos les había prestado atención, preferían pelearse antes que mimarse, acción que realmente no pasaba por sus pensamientos.

Fin flash back 

-que tiernos –opinó la rubia cuando terminó de escuchar todo el relato
-igual, no sé, van a creer que es re cualquiera que ande con él cuando me dediqué a molestarlo estos tres años –acotó, mirando al suelo
-Marian, jugátela y no les des bola a lo que digan. Con Nico siempre dijimos que iban a terminar juntos, solo faltaba que vos muestres interés, porque mi Puki me había contado que Pablito andaba atrás tuyo –rió y la morocha quedó boquiabierta
-cómo que sabías y no me dijiste nada? –le reclamó
-no podía decirte nada! Pablo casi lo mata a Nico cuando se enteró que yo sabía –exageró, contagiada por como lo hacía su amiga –además, no me hubieses creído, o no? –Mariana negó con la cabeza –ves? -.
-bueno, basta de charla y dormir que mañana tenemos que estar re diosas –le informó, y juntas comenzaron a planear el maquillaje, los cambios de ropa y demás, todo para estar listas para sus chicos al día siguiente

~

Los cuatro se encontraban, en la tarde siguiente, en donde habían acordado. Mientras Nicolas y Rocio estaban sentados sobre una de las mesas de allí, espiando a sus amigos y mimándose muy amorosamente entre ellos, Mariana permanecía apoyada sobre el tronco de un árbol, con Pablo parado delante de ella, hablándole muy cerca.

-ay, no me podes decir que lo de “rebelde y medio” no fue de nene chiquitito, como me decís a mí –rió a carcajadas. Esa frase la iba a recordar por siempre
-bien que este rebelde y medio se la jugó, y en una de esas rebeldías terminamos así como estamos ahora –sonrió victorioso
-vos habías tramado todo para que se rompa el picaporte? –no lo podía creer
-no, no soy tan organizado, se dio, agradezco porque haya sucedido y ahora soy feliz –contestó simple
-igual, fue una chiquilinada –remató la morocha
-igual que vos –acotó medio serio medio riendo
-callate y besame –le ordenó, acercándose a sus labios
-no –Mariana abrió los ojos sorprendida y él no hizo mas que aprovechar para unir sus labios nuevamente, demostrándole que estaba dispuesto a aguantar sus bromas no tan graciosas, sus días pesados, con la misma sonrisa que la acompañaría cuando quisiera festejar lo que sea. Ese rebelde y medio siempre estaría para ella.

martes, 23 de octubre de 2012

Lo mejor del amor - Nicochi


Lo mejor del amor

-dale, haceme pata La -Rocio estaba hablando con su amiga
-claro, ahora yo soy la que te tiene que bancar, no? -rió 
-eso es un sí? -preguntó emocionada
-obvio. Así además tengo una excusa para verlo al mío -alegrías cómplices compartían 
-nos vemos en diez -cortó la comunicación -Pablo, me voy a lo de Lali, nos vemos en unas horas -gritó para avisarle, tomando su abrigo y las llaves del automóvil 

Rocio Igarzábal, 23 años, rubia de ojos color miel. Mejor amiga de Mariana Espósito, a la cual los amigos llamaban Lali. Se conocían desde pequeñas y siempre estuvieron la una para la otra, en cualquier situación, buenas, malas, locas o dolorosas. Ambas hijas únicas, se consideraban hermanas mutuamente. 

-gracias, me volves a salvar, como siempre -la rubia la abrazó fuerte
-todo bien Ro... -iba a seguir hablando, pero notó que su amiga estaba muy pendiente de su reloj -podrías darme mas bolilla eh -.
-perdón, es que estoy ansiosa, quiero verlo ya -contó aun pendiente de su muñeca 
-pareces re necesitada Ro -la miró, riéndose entre dientes
-no! Es que él es tan... -el timbre sonó -ay! Anda a atender -intentó tranquilizarse
-y por qué no vas vos? -.
-porque es tu casa -Lali le clavó la vista: Rocio siempre atendía la puerta -no quiero quedar como desesperada -.

Mariana abrió la puerta, y al instante se colgó del cuello de su novio, besándolo tiernamente. Y mientras tanto Rocio se puso de pie, se acomodó la ropa y caminó hacia la puerta. Allí lo vio, él le sonrió y ella se derritió. Una vez afuera el chico le tomó la mano. 

-La, acordate que si llama Pablo yo estoy acá -rió y se fue con su chico

Desde allí se encaminaron hacia el departamento de él, lugar que no le era ajeno a ella, para nada. Había estado allí algunas oportunidades anteriores, pero esta era la primera vez que se reunían para ir ahí directamente.

~

-puedo pasar? -preguntó abriendo lentamente la puerta
-sí, me estoy cambiando esta ropa que es horrible -terminó de acomodarse la remera
-mm -musitó -a mi me gustas mas sin ropa -cerró la puerta tras de sí y la besó con euforia, tocándola como cual experto en esa asignatura 
-no me podes encantar tanto -dijo aun entre sus labios, mientras caminando 
-uy, nos mojamos -rió viendo como la ducha caía sobre ambos
-sh -lo calló aun besándolo, dirigiendo sus propias manos a la remera de él, para sacarla instantáneamente de sobre sí

Siguieron bajo el agua un rato mas, con la unión de sus labios de forma muy pasional, como se caracterizaban ellos en estas situaciones. En el transcurso de ese tiempo, la remera y la falda de ella también habían sido despojadas de su cuerpo. 
Luego fueron a la habitación, donde Rocio se encargó de quitarle el pantalón de una manera muy sexy, provocándolo mucho más. 

Pocos segundos después, no había más ropas que les impidieran hacerse uno. Se unieron en cuerpo y alma acompañados de besos mimosos y con pasión, palabras bonitas e inentendibles. 
Ese acto estaba lleno de amor, más allá de la calentura. Ellos se querían mucho, tenían una relación clandestina que les hacía muy bien a ambos, a pesar de las situaciones exteriores. 

-me quiero quedar con vos acá y ahora, para siempre -dijo ella con su mentón apoyado en el pecho desnudo de él
-nadie te lo prohíbe -el rubio le acariciaba el pelo suavemente
-lo estoy pensando seriamente -rió entre dientes
-vos sabes que estemos como estemos yo te amo, no? -se miraron fijamente
-yo también -acercó su rostro y lo besó -gracias -se le quedó viendo 
-no hay por qué -le sonrió y ella sintió que ese era su lugar

En realidad lo confirmó: desde hacía un tiempo que sabía que las cosas con Pablo no eran iguales, pasaba mejor el rato con el rubio que con él. 
Y esa tarde noche se decidió. Esa mezcla de sensaciones que tenía en el estómago al estar con el de ojos azules se le había ido, de una vez por todas podía decir que se sentía mujer de un solo hombre. 

-Pablo, tenemos que hablar -su posición era muy firme 
-qué pasa Ro? -preguntó él sentándose en una silla, con la pava al lado suyo
-no sé cómo decirte esto -no quería ser tan directa
-respirá hondo y largalo -tomó un sorbo
-algo entre nosotros no está bien -bajó la vista
-eh? -la miró
-Pablo, no quiero dar muchas vueltas...-.
-no las des -ahora se encontraba serio, muy serio
-no quiero que estemos mas juntos -no tuvo la valentía de mirarlo a la cara
-pero... por qué? -estaba atónito, no podía creerlo
-hace un tiempo que no estamos como antes -eso no era mentira
-pero es como para terminar la relación? Tan mal no estamos -quería entender un poco
-conocí a alguien mas -se le quebró la voz
-por ahí venía la cosa -una lágrima rodó por sus mejillas. Esa gota diminuta contenía tantos sentimientos: tristeza, enojo, desentendimiento
-pero fue en medio de las peleas y eso, yo no salí a buscarlo, él me encontró a mí... -.
-cómo fue? -quería, pero no podía poner sus ojos en ella
-no te voy a contar, eso sería morboso. Simplemente sucedió -los recuerdos estaban en su mente
-ya terminó todo? -Rocio no respondió, no entendía exactamente la pregunta -yo no quiero separarme de vos -la rubia comenzó a negar con la cabeza
-no Pablo, yo no siento lo mismo. La relación para mí está terminada. Perdón, pero no quiero lastimarte ni mentirme mas -tomó su cartera y se fue

De todos modos, no le había contado todo al morocho, tampoco podía ni quería. Su historia con el de ojos azules había empezado de una forma muy particular, común entre las personas de su edad, pero muy extraña en ella.

Flash back

-Lali, me quiero ir de acá, sabes que no me gustan los boliches -Rocio miraba para la puerta, tironeando de su amiga
-no Ro, quedate. Bancame en esta -le suplicó la petiza
-pero por lo menos me hubieses dejado invitar a Pabli -se quejó
-sabes que me cae mal, no lo invitaría para que me acompañe mientras yo me encuentro con mi chico -se plantó la petiza
-pero claro, vos vas a estar con él y yo sola como un poste -reprochó obvia
-va a venir con un amigo mi rubio -sonrió sin mirarla
-No! -gritó, y algunos a su alrededor la miraron extrañados -estas erradísima Mariana -.
-si hoy mismo me dijiste que discutiste con él -ella también levantó un poco el tono de voz -además me dijo que su amigo es re caño -sonrió pícara
-sí? -la miró sonriente y luego sacudió la cabeza -mirá lo que me haces decir. Yo me voy -giró y se encaminó a la salida, pero su amiga fue mas rápida, y llegó primero a su destino
-chiquito! -gritó y se abalanzó sobre él, pasando automáticamente sus brazos por su cuello, dándole un cálido beso sobre sus labios
-hola reina -habló Benjamín
-hola -saludó amistosamente el rubio rapado
-hola -dijo desinteresada la ojimiel
-nosotros nos vamos para... Allá -Lali señaló a un lugar indefinido y se fue  
-cómo te llamas? -se le acercó un poco
-te importa? -alzó las cejas
-con ese humor venís a bailar? -ella estaba por responder pero él la interrumpió -vamos -la tomó de la cintura y la llevó hacia la pista 

La música sonaba fuerte y el ambiente los invitaba a bailar muy próximos entre sí. Rocio admitía en su cabeza que ese chico sí "estaba caño" como le había dicho su amiga, y además le agradaba mucho su forma de coquetearle, su sonrisa, su mirada y su forma sensual de bailar. "Ya fue, yo me voy a divertir" fue el último pensamiento de ella.

-ahora sí estas con un ánimo mas acorde al lugar -le dijo al oído, mientras ambos bailaban reggaeton pegados -bailas muy bien -sonrió y ella también
-vos... Estas bien -rió entre dientes 
-no te das una idea de en qué cosas no solo "estoy bien" -alzó la cejas, y la miró pícaro
-yo creo que vos sos puro bla bla -mostró sus dientes maliciosa por unos instantes y luego siguió bailando
-que equivocada estás -la tomo brusca pero suavemente del rostro y la besó

Rocio se dejó llevar. Probablemente luego se iba a arrepentir, pero de verdad quería divertirse, y con el morocho las cosas no estaban bien desde hacía un tiempo largo, a pasarla bien nadie se negaba. 
El beso continuó por largo rato. Él disfrutaba también el contacto, esa rubia lo había vuelto loco desde que apenas la vio, y poder romper con ese escudo que los separó las primeras instancias, debido a su resistencia, lo hizo sentir espectacular.
Se apoyaron en la pared más cercana y siguieron besándose eufóricamente con mucho toqueteo mientras tanto. Definitivamente eso no era normal en la rubia, pero simplemente lo necesitaba, y él se lo otorgaba.

-vamos a mi casa -dijo entre besos él y ella por unos segundos lo pensó
-vamos -sonrió

Llegaron muy rápido, él vivía cerca y no había tránsito en las calles. Bajaron del automóvil y entraron al edificio besándose como antes. Subieron al ascensor y, como era de esperarse a las cuatro de la mañana, estaban solos, así que la rubia aprovechó para ir desabrochando la camisa de él, acariciándole el torso en el camino.
Entraron al departamento y las prendas superiores que los vestían a ambos desaparecieron. La temperatura del lugar ya estaba altísima, pero cuando el rubio comenzó a besar el cuello de ella al mismo tiempo que desabrochaba su corpiño, todo se tornó mucho mas caliente. Rocio enredó sus piernas en las caderas de él, disfrutando de cómo la besaba.

-cómo te llamas? -preguntó ella como pudo
-te importa? -la imitó
-mucho -rió entre dientes
-Nicolás -la volvió a besar con pasión 
-Rocio, un gusto -le sonrió 
-parece que la que es puro bla bla sos vos rubia -se separó unos instantes
-Jaja -exageró la risa, uniendo sus labios 

Poco a poco también dejaron de existir los zapatos y la falda de ella. Aun estando arriba de él, se encaminaron hacia la habitación, donde cayeron a la cama al instante. 
No tardaron mucho en hacerse uno, entre suspiros, toqueteos gemidos y besos, muchos besos. Hacía mucho tiempo que Rocio no la pasaba tan bien, y él debía admitir que en mucho tiempo, nadie lo había hecho disfrutar tanto. 


-no sé qué me calienta mas, que estés despeinada y con mi camisa, o saber que abajo de eso no tenés nada -le dijo viéndola entrar a la habitación con dos tazas de café
-cómo estas? -le sonrió y se volvió a acostar a su lado
-bien, y mejor ahora -introdujo su mano por debajo de la prenda que la vestía, y la acarició delicadamente
-yo me tendría que ir yendo Nico -él la miró algo serio -tengo novio yo, y le dije que me quedaba en lo de Lali, pero ya son las doce -revoleó los ojos -me voy a cambiar y me voy -nuevamente se levantó y fue hacia el baño, para luego salir vestida con su ropa
-te voy a volver a ver? -preguntó él parándose a su lado
-forma de contactarme tenés -sonrió coqueta, le dio un beso en la comisura de sus labios y se fue

Fin flash back

Pasaron cuatro meses desde que Rocio y Pablo se habían separado. La relación de ella y Nicolás progresaba tranquila y felizmente, al igual que la de Lali y Benjamín.
La rubia ya se había mudado con su novio. Mucho al barrio no se tuvo que acostumbrar, pues el departamento del de ojos azules quedaba a casi 20 cuadras de donde vivía antes con el morocho.

Era viernes a la tarde-noche, Rocio caminaba por la calle junto a su mejor amiga, rumbo a la casa de la morocha, a la espera de sus parejas, quienes trabajaban en el mismo lugar. Se reunirían para cenar los cuatro juntos.

-ese hijo es mío -se escuchó desde el otro lado de la calle
-Pablo -dijo casi sin voz
-andate nene -Mariana lo enfrentó
-a vos no te estoy hablando -espetó furioso -por qué no me dijiste que estabas embarazada Rocio? -ella no respondía, estaba en shock
-no es de tu incumbencia -la petiza contestaba
-sí lo es, porque yo soy el padre -la miró por unos segundos
-quién te dijo eso? -tenía la mano de la rubia entre las suyas, haciéndole saber que no la dejaría sola
-y... es lo obvio, a menos que haya sido tan rapidita de meter en la cama a otro en este tiempito que no estuvimos juntos -la morocha lo desconocía, esa persona no era de la que su hermanilla se había enamorado, porque a pesar que no le cayera bien, tenía que admitir que la hacía muy feliz
-Pablo dejate de joder y andate, si? -como pudo, comenzó a caminar con Rocio a cuestas

Llegaron rápidamente a la casa de Mariana, donde Rocio, sentada en el sofá, se largó a llorar sin consuelo. Su amiga trataba de calmarla, pero era casi imposible. 
Todavía faltaba una hora para que Nicolás y Benjamín regresaran, pero tenía miedo de que a la rubia le diera un ataque nervioso, así que prefirió prevenir que curar, y llamó al celular de su novio, rogando ser atendida al instante. 

-Benshi, por favor decile a Nico que pida permiso y que se venga ahora para casa, nuestra casa. Rochi está mal y no la puedo tranquilizar -fue lo único que dijo Lali, para recibir un "ok" de respuesta y finalizar la conversación. 

Nicolás velozmente llegó, acompañado de su amigo, junto a las chicas. Entró al living desesperado y verla allí, con lágrimas en los ojos y una expresión de pura tristeza en el rostro, le partió el alma. Se le acercó suavemente y ella automáticamente se abalanzó sobre él, abrazándolo. 

-mejor nos vamos -le susurró y ella asintió -gracias La por avisarme -le sonrió y se dirigió con Rocio a su auto, cancelando así la comida que iban a tener, pero asegurándose también, que la ojimiel estaría mejor

~

-qué pasó Ro? Me querés contar? -ya no lloraba

Estaban recostados en el sillón, Rocio usando las piernas de él como almohada. Nicolás tenía una mano entrelaza con la de ella, acariciando dulcemente el vientre, y la otra sobre su cabeza, mimándola un poco más. 

-vimos a Pablo y me dijo cosas horribles -silenció unos segundos, evitando que más lágrimas cayeran -y me dolió, porque... Porque él me conoce y sabe cómo soy -bajó la vista
-quizás no te conoce como pensas -no respondió -Rochi, vos sabes que Pablo no importa, Franccesca y yo te amamos y él no importa en nuestro mundo -le sonrió sereno, haciendo que ella también lo haga
-yo también los amo -se acomodó para besarlo tiernamente -ay -sus ojos nuevamente estaban acuosos 
-qué? -preguntó preocupado 
-pateó -las sonrisas mas resplandecientes brotaron de los labios de ambos, quienes volvieron a llevar sus manos a la pancita de ella, mientras se besaban con mas dulzura que antes

Eso era literalmente lo mejor del amor, hasta en el peor momento, podía aparecer y cambiarte la vida, hacerte sonreír como un tonto, ver todo color de rosa por un rato, aun sabiendo que el universo de alrededor no estaba bien. 
Eso era lo mejor del amor de Nicolás y Rocio, aun cuando pareciera que a ella nada la podría calmar, él llegaba y solucionaba eso. Aun cuando él se cansaba del trabajo y se desanimaba por la rutina de su vida, ella lograba sacarle la mas linda carcajada y la mirada mas profundamente amorosa. 
Lo mejor del amor de ellos, es que lo vivían juntos.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Mi nena, mi rubia - Nicochi


Mi nena, mi rubia - Nicochi

-Puki, quiero helado -habló con su voz particular

La rubia se encontraba sentada en el sofá, abrazada a él, viendo la televisión muy entretenida. Nicolas le acariciaba el pelo suave mientras, sencillamente, la observaba a ella, la luz de sus ojos y la razón por la cual se levantaba todos los días, a pelear por la vida de ambos.

-pero no te sentís muy bien, Ro -ella lo miró
-igual, yo quiero helado -hizo "trompita"
-hagamos una cosa -posó su mano en el rostro de la rubia, suavemente -andá al cuarto, acostate y tapate, que yo en 10 voy con el helado, sí? -.
-dale -sonrió casi saltando del asiento -no tardes -le dio un beso en el cachete y desapareció de la vista de todos los allí presentes

Nicolas no se encontraba solo, Pablo, Victorio, Agustín y Juan Pedro, estaban con él, en lo que vendría a ser una reunión de amigos, donde infaltablemente Rocio estaría presente, por determinación del rubio.

-que pollerudo que sos -se rió el cachetón
-si no sabes, no hables -dijo serio
-qué cosa no sé? Es lo que demostrás -codeó a Victorio, imitándolo
-Rocio es lo mas importante que tengo Agus -se sentó junto a ellos en la mesa, abrumado
-qué te pasa macho? -preguntó Peter, viendo que él no se encontraba bien
-son muchas cosas juntas -su cabeza estaba revuelta
-contanos, quizás te podamos ayudar -Pablo habló
-siento que no soy suficiente para ella, y si la vuelvo a perder me muero -una lágrima corrió por su mejilla
-volver a perderla? -ninguno entendió a qué se refería

Flashback

Hace unos años, Rocio tenía 13 y yo 17. Éramos vecinos y mi mamá y la suya eran muy amigas, así que pasábamos la mayor parte de las tardes semanales juntos. Era chiquita e indefensa, así que era como mi hermanita. Nunca me jodió tener que acompañar a mi mamá, estaba enferma y quería pasar todo el tiempo posible con ella. Las cosas estuvieron perfectas hasta unas semanas antes del cumpleaños de Rocio. Ya no pasábamos tanto tiempo juntos. Mi mamá me había dicho que yo tenía que pasar más tiempo con mis amigos y dejar de prestarle atención "al cuidado de una vieja". Seguí como antes, mi mamá era mi consentida, y por dentro me moría de ganas de preguntarle por Adriana y su hija, Rocio.
Para el día del cumpleaños de la rubia, ya habían pasado diez días enteros sin verla, entonces me decidí a salir a comprarle cualquier cosita e ir a regalársela personalmente. Lo malo pasó cuando estaba volviendo de la regalería. Rocio estaba en la puerta de su casa, en la cuadra de en frente a la mía, con la cara pálida, aparentaba estar mas frágil de lo normal, y no sonreía como siempre. Me le acerqué, y tuve que correr. Se estaba desmayando. Me asusté mucho -Nicolas respiró hondo, intentando evitar que las lágrimas cayeran -La llevé al hospital después de que pasaran pocos minutos sin que reaccionara. Y siguió así, inconsciente y sin responder por horas y días. Los médicos me dijeron que estaba anímica, por no comer, y que había sufrido un golpe en la cabeza, deduje que había sido cuando se desmayó, antes de que yo llegara a ella.
Mi mamá se enteró y se puso muy mal, pero no entendí por qué me dijo que cuide a Rocio con mi vida. De todos modos eso lo iba a hacer, esa nena, mi nena, ya era parte de mi vida personal y me importaba mucho.
Pasé todos los días en la habitación de ella, observándola y esperando que se despertara. Le hablaba siempre, le decía cosas dulces, como ella me había contado que le gustaba. Le prometí que la amaría y nunca me le separaría, no mientras me permitiera estar a su lado.
Lo que me llamó la atención, fue que nunca apareció Adriana, y mi mamá ya ni la nombraba. Ella tampoco se acercaba al hospital, porque detestaba esos lugares, solo iba cuando tenía que hacerse estudios y además me dijo que "sabía que Rocio tenía la mejor compañía y ayuda consigo".
No recuerdo el número de noches que lloré, pero fueron muchas. No quería, pero se me iban las esperanzas poco a poco. Los médicos no me decían nada del estado en que se encontraba Ro, y eso me desesperaba aún más.
Una tarde le estaba cantando y secándome los ojos. Tenía la ilusión de que esa tarde se despertaría, y no quería que me viera así. Le tomé la mano y le hablé "Ro, rubiecita mía, no querés estar acompañándome acá? Abrí los ojitos linda. Vos sos fuerte, me lo demostraste cuando Mariana se mudó por problemas en la familia y me dijiste que no te ibas a poner mal porque seguro ahora estaba mejor. También cuando nos caímos del árbol y te lastimaste, pero no lloraste, y sí que te habías golpeado. No querés pasar todo eso conmigo otra vez? -lloró sin poder evitarlo -Ro, te necesito acá conmigo. En estos largos meses que pasamos juntos te convertiste en una de las personas más importantes que tengo, y no quiero perderte. No voy a perderte..." después me callé. Rocio me había apretado la mano, estaba reaccionando! Llamé al doctor lo más rápido posible, y él me intentó tranquilizar, quizás eso había sido un acto reflejo, no me tenía que ilusionar, pero yo ya estaba ilusionado.
Entraron mas personas a la habitación y me hicieron salir. Esperé unos largos minutos y después vi como salían apresurados, con la camilla, llevando a mi rubia a otro lado. Los seguí, como era obvio y no me dejaron pasar a ningún lado, como también era obvio. Pasaron dos horas y yo seguía afuera, esperando. Vi a un medico acercarse a mí, con no muy buena imagen, y temí lo peor. Me dijo que Rocio estaba débil, que no sabían cómo, pero que el suero nutritivo no hacía efecto, llegando a un punto crítico. Toda esa introducción, y yo esperaba que me diga algo más concreto. Definitivamente fueron de los segundos más largos que viví. Lo que me informó a continuación no era lo que quería escuchar. Habían hecho todo lo posible, pero no había resistido.
Y al oír eso mi mundo se derrumbó. No me importaba nada, tenía ganas de desaparecer del mundo y estar con ella, con mi nena, con mi rubia. Ese fue el dolor más grande y profundo que había sufrido en mi vida. Sentía que ya no tenía una motivación para seguir. Me inundó el llanto y no me preocupé en ocultarlo. No me importaba nada más. Quise morir ahí también. Qué iba a hacer de mi vida ahora? Ella era la luz de mis ojos y la razón de mi sonrisa. Esos días que habían pasado sin verla, me sentía fatal, pero no quería dejar sola a mi mamá, dado que no tenía pensado cruzar la calle para ver a Adriana, estaba peleadas, me había contado hacía unos días en casa. Mi cabeza dejó de pensar un rato largo y solo lloré, si seguía escuchando mis pensamientos, me iba a suicidar, y ya casi lo estaba considerando una buena opción.
Pedí que me dejaran pasar a verla, como última molestia de mi parte. Mi cara estaba deformada por las lágrimas y cualquiera que pasaba sentía pena por mí.
Parado en la puerta, a punto de entrar, un médico que no conocía me impidió hacerlo. Le pregunté con la mirada, qué era lo que pasaba, pero me esquivó, e ingresó una máquina especial a la habitación. Nuevamente desesperado, escuchaba gente alterada, pidiendo oxigeno, que aumenten la frecuencia y demás cosas que no entendí.
Tenía muchos nervios y estaba abatido. Ya no sabía qué pensar. Y si se habían equivocado antes y me dijeron el parte médico de otro paciente? Y si algo había sucedido y ella estaba a salvo? Y si simplemente estaban terminando, de la mejor manera, con el proceso de "despedida" a mi rubia? Necesitaba que me digan algo, lo que sea, preferentemente bueno, pero que me digan por qué tanta movilización.
"Familiares de Igarzábal?" preguntó el doctor al salir de la habitación, y casi corrí hasta él. Me miró sereno, pero con una mirada diferente a la de antes. Estaba desesperado, y el señor muy calmo y callado. "Está bien" me sonrió y creí escuchar mal. Me había dicho que Rocio estaba bien? Cómo podría ser? Es decir, me habían asustado por nada? No entendía, pero eso no era mi prioridad, lo que necesitaba fervientemente era verla. "Puede pasar. La paciente está aun muy débil, pero gracias a Dios y a la fuerza que él hizo, se encuentra milagrosamente fuera de peligro".
Abrí la puerta y la vi ahí, conectada a muchas máquinas, con una carita que me estrujaba el corazón. Pero por una parte me alegraba: estaba despierta!
"Nico, me quiero ir de acá, no me gusta esto" me dijo con la poca fuerza que tenía, se la notaba muy triste. Me le acerqué rápido, y le tomé la mano. Le acaricié la mejilla y me quedé prendido en su mirada. "No hables mucho Ro, cuando estés mejor nos vamos de acá" con eso intenté tranquilizarla, pero no sé si lo logré. "Vos no te vas a ir sin mí, no?" en sus ojos noté miedo, y no terminaba de entender por qué. "No Rochi, nunca te dejaría sola". Sentí como me apretaba la mano e iba cerrando los ojos. Me asusté, pero al intente apareció una enfermera desde el baño diciéndome que mi chiquita tenía que descansar, que no me preocupara. Le rogué que me dejara quedar allí dentro, y debió ser por mi cara, porque vi lástima en ella al acceder a mi pedido.
No sé cuánto tiempo durmió, pero la observé todo el rato. Ahora se veía mejor que antes. Aunque no me gustase, esas máquinas parecían hacerle bien.
Y no estuvo mas de dos semanas en observación, le dieron el alta y la llevé a mi casa porque Adriana no apareció más. Cuando mi mamá la vio, la abrazó fuerte y prolongadamente. Seguía sin saber la historia completa, pero tampoco podía presionar a ninguna para que me cuente, aunque ya tenía una sospecha.
Una noche sucedió algo que me dejó perplejo y me hizo comprender mas las cosas. Estaba durmiendo, y sentí que alguien me abrazó. Abrí los ojos lentamente y la vi, con los ojos llorosos, mostrando miedo y tristeza. Le pregunté que le pasaba y negó con la cabeza, hundiendo el rostro aun mas es mi pecho. La rodeé con mis brazos cuidadosamente, protegiéndola de lo que sea que la estaba asustando.
Cuando ya sentía su respiración tranquila, me dispuse a volver a dormir, pero al instante me habló. "Vos no me vas a dejar sola, no?". No lo comprendí en el segundo, pero finalmente sí: eso era lo que había pasado con su madre, por eso no la veía en las semanas previas a su cumpleaños, por eso estaba anímica casi anoréxica sin quererlo: Adriana la abandonó. "Nunca podría dejarte. Te voy a cuidar siempre con mi vida -le acaricié el rostro suavemente -Dormí tranquila que cuando te despiertes voy a estar acá". Y finalmente se acurrucó mas, decidida a dormir.
Desde ese día estuvo más apegada a mí, y eso me encantaba. Mi mama nos veía y sonreía, pero después se volvía a acostar, y es que seguía muy enferma, tanto que llegamos a internarla, cosa que odió, pero fue necesario. Y empeoró, pero ella decía estar bien.
Con Rocio íbamos a visitarla todos los días, hasta que una vez nos dijo que no quería que la viéramos en ese estado. La rubiecita no quiso ir unas semanas entonces, pero yo no podía no estar, así que iba igual.
Mi mamá falleció a los pocos días -volvió a limpiarse las lágrimas, aunque esta vez estaba más calmado -seguía destruido, iba de mal en peor: casi perdía a la luz de mis ojos y ahora se me iba mi viejita. Ese fue el momento en donde mas me sorprendí. Rocio se comportó como toda una mujer, me supo consolar de la mejor manera. Me comportaba yo como un nene, y ella como la madura. Me hacía levantar y mantenerme activo, lograba que yo piense en otra cosa y me sacaba sonrisas cada dos por tres, pero cuando recordaba todos los sucesos de las últimas semanas y me bajoneaba, ella me cuidaba y me volvía a la realidad: mi mamá ya no estaba sufriendo y me protegía desde un lugar mejor.
Cuando la rubia cumplió 15, obviamente no pudimos hacer fiesta. Yo tenía 19 y estaba tramitando todo para que ella quede legalmente a mi cargo.
Ese día me dediqué aun más a Rocio. Hicimos exactamente todo lo que ella quería, no muy diferente a lo habitual. A la noche cenamos, y luego de eso, me pidió bailar el vals. Fue una situación extraña, porque, como muy pocas veces, la sentí nerviosa, pero me sonreía y dejaba de notar todo, parecía que estuviéramos solos nosotros dos en el mundo.
De un momento a otro, terminó la canción y nos quedamos ahí, viéndonos por largo rato, diciéndonos todo sin hablar, a través de la mirada. Ese fue el día en que nos besamos por primera vez. No voy a entrar en detalles, pero me sentí en otro universo, uno donde nada dolía y se podía ser feliz con solo respirar.

Fin flashback

-Después de eso no sucedió nada mucho más relevante. Ella está a cargo mío hasta dentro de unos meses, cuando cumpla los 18, y de todos modos la voy a seguir cuidando, porque ella es mi nena, mi rubia -suspiró profundamente y miró a sus amigos
-y qué pasa si en un futuro no quiere estar mas con vos? -preguntó Agustín, para luego recibir un codazo por parte de Pedro
-él no tiene por qué pensar en eso, porque se nota que Rocio lo aprecia mucho, y si llega a pasar en algún momento, ella va a saber agradecerle todo -intervino Pablo
-yo lo único que busco, es su felicidad, y si está lejos mío lo aceptaré -los ojos de Nicolas estaban clavados en un punto de la nada misma -tengo que ir a llevarle el helado -se levantó y fue hacia el congelador
-mejor nosotros nos vamos, la chica -el de ojos azules lo miró -digo, Rocio está mal y no queremos molestar -comentó Victorio, para así luego marcharse

Nicolas fue hasta la habitación con el pote en la mano, pero la encontró durmiendo. La arropó bien y se acostó a su lado, acariciándola suavemente. Esa niña mujer de 17 años significaba tanto para él, que con solo pensarlo se quedaba sin palabras. La miraba y sonreía atontado, ya habían pasado cuatro años desde aquel episodio lamentable, pero algo en el mundo quiso que ellos siguiesen juntos en este presente, y él continuaría, por el resto de su vida, agradeciendo al cielo, que su nena, su rubia, estuviese ahí, para amarse y protegerse mutuamente, como le prometió aquel día.