sábado, 27 de agosto de 2011

Todo en una noche


Todo en una noche

-qué queres? -preguntó ella abriéndole la puerta
-que hablemos -intentó entrar al departamento
-ya me dijiste todo hace un rato -estaba cerrando la puerta
-pero... -quería arrepentirse de aquello
-nada, ya me basureaste un buen tiempo, no quiero escuucharte  -él quedó de un lado, ella del otro, pero la puerta no estaba totalmente cerrada
-escuchame -suplicó
-para qué? -abrió repentinamente -si fui, te dije la verdad, porque realmente te amo, y no quería que te enteres por atras, y vos qué haces? me putias. Está bien, esperaba como máximo que me gritaras que me fuera, pero no que cuando te estoy diciendo me digas que soy una puta de mierda, que nunca te quise y que siempre te usé, porque eso es mentira. Te intento contar cómo fue todo y no me escuchas. Dónde carajo está eso que contruimos? -su volumen de voz era bastante alto -sé que la que primero arruinó todo fui yo, por eso te lo dije, pero vos no sos así -lentamente fue hablando mas bajo -te desconozco -hizo una pausa -y lo mejor es dejar todo como está, que ambos desaparezcamos de nuestras vidas, y dejar de jodernos, dale? -sonrió irónica y terminó por, en verdad, cerrar la puerta.

Pablo se sentó contra la pared, del lado de afuera. Ella tenía razón, en todo lo que le había dícho. Cada una de sus palabras habían sido ciertas, y a él mismo le dolían.
De su saco, sacó un papel y una lapicera, con la cual escribió algo, y luego lo pasó por el espacio que había allí debajo.

Ella estaba, aún con el vestido de la fiesta, mirando la puerta. Sabía que él no se movería de ahí. Lo conocía desde hace años, persistencia era lo que le sobraba.
Al ver aquel papel, lo tomó rápidamente, casi desesperada. Lo leyó y se lo llevó al pecho, como queriendo guardarlo por siempre en su corazón.

Abrió la puerta que daba al pasillo y se fue a la cocina. Si Pablo entendía la indirecta, entraría y la esperaría hasta que apareciera en aquella habitación de la vivienda. Pero él tuvo miedo, comprendía perfectamente la situación, aunque de su mente no se iba la idea de lo molesta y, quizas, triste que estaría ella.

Sin más remedio, se encaminó hacia el ascensor, para dejarla sola, como le había dicho, omitiendo el detalle de aquella señal que le había dado. Pero en el momento en que estaba subiéndose, su voz lo detuvo. Le pedía que espere, y no era un sueño ni una alucinación. Después de todo, iba a tener su oportunidad de hablar.

Fue hasta ella, con la intención de, mínimamente, tomarle la mano, pero tuvo que conformarse con entrar en silencio. El momento era tenso, porque luego de cerrar la puerta tras los dos, solo se miraron serios y más calmados que antes.
Con un gesto, le indicó que se siente, para después hacerlo ella, en el mismo sofá, pero algo alejada.

-puedo explicarte? -el que rompió el silencio fue Pablo
-te escucho -la mirada de ella estaba en el piso
-en la fiesta, justo antes de que vos vengas a hablar conmigo, yo estaba charlando con Luciana -se vio interrumpido
-sí, lo noté -acotó
-bueno, ella, en ese momento, me contó lo tuyo, y me enojé -Rocío no lo podía creer. Abrió grande sus ojos y lentamente fue levantando su vista hasta él -no le quise creer, es más, al comienzo pensé qe era otra de las tantas "estrategias" de ella para separarnos. Pero cuando después vos me pediste que nos fueramos, que tenías algo importante que decirme, estaba casi seguro que me había mentido. Hasta que oí lo que me dijiste y me saltó la términa. No terminaba de asimilar que Luciana tenía razón y que vos me habías engañado -otra interrupción
-vos tampoco me dejaste terminar de hablar a mí -eso era un reproche
-para qué? -comenzó a alterarse, como anteriormente en su casa
-calmate, porque si no me escuchas, me vas a obligar a echarte de acá, y no quiero que esto termine peor que antes -Pablo respiró profundo -yo me expresé mal. Te dije que estuve con otro, pero no me acosté con ese pibe, solo lo bese, y para peor, fue producto del alcohol. Sabía que Luciana andaba por Brasil, pero no imaginé que persiguiéndome, y menos, que también estaba en ese boliche -volvió a bajar su mirada -el chico quería llegar a mas, pero la borrachera me "pegó" para el lado melancólico y me fui rápido al hotel a llorar. Desgraciadamente al otro día me acordaba más de lo que deseaba, y bueno, volví y te lo quice contar lo antes posible, pero apareciste con ese oso gigante en el aeropuerto, que si en ese momento te pedía de hablar, creo que me ibas a odiar más que ahora. Y sé que fue solo un beso, que seguro la piba esa te exageró, pero yo me siento igual de culpable que si estaría embarazada -triste, así se la escuchaba -Para completarla, me trataste muy mal, y llenamos el carton con tristeza, bronca y ganas de desaparecer -Pablo se agarró la cabeza
-perdón  -dijo muy sincero
-me encantaría poder, pero si te digo que si, y que volvamos, voy a quedar como una arrastrada, una desesperada, y en serio me molestó tu actitud. Vos eras la única persona que me escuchaba siempre, y decidiste creerle a esa tarada, cambiando tu comportamiento para conmigo -miró hacia otro lado -Pero admito que no puedo reclamarte nada, yo fui la boluda que tiró todo a la basura, pero te amo, y quería tener esta conversación con vos -se paró y se acercó a la puerta -gracias por escucharme ahora -sonrió a medias
-no me voy a ir -sentenció -yo te amo también, y no serías ni arrastrada, ni desesperada, solo le darías la guerra ganada a Luciana -la miró fijamente -y creo que ese papelito que te di, antes de saber todo, te dice la verdad de mí -buscaba una respuesta en sus ojos
-Luciana no va a ganar -rió entre dientes -pero yo sí, no? -se acercó a él
-repito lo que decía aquel papel: Sos la mujer de mi vida, y eso nada lo podría cambiar -la tomó de la cintura -te amo princesa...

Después de todo lo ocurrido en esa larga noche, donde en una fiesta de gala, se supo una verdad distorcionada, donde hubo una pelea y más de un mal-entendido, donde se puso en juego una pareja de años. Después de una noche donde todo aquello ocurrió, en una madrugada desveladora, un amor se confirmó con el acto mas hermoso que pueden concretar dos personas. Pablo y Rocio volvian a entregarse el uno al otro, demostrando lo tan real y profundo que era aquel sentimiento que compartían.

JIMENA BARÓN GRAN REX