lunes, 4 de abril de 2011

Una familia

Una familia

Eugenia una adolescente rubia, de ojos verdes, de una belleza unica, tenía solo diecisiete años recien cumplidos cuando fue abandonada por su novio, estando embarazada por un descuido. A pesar de todo y tener solamente el apoyo de su madre, Adriana, siguió adelante, sin que se le pase por la cabeza (en ningun momento) echarse atras, querer abortar ni nada por el estilo.

En los nueve meses que tuvo que atravezar sin nadie que le de el cariño correspondiente, es decir el amor de un novio o de una pareja, tuvo muchos altibajos. Estaba feliz sabiendo que de ella naceria un nuevo ser, le daria vida a alguien, y de ello se sentia orgullosa; pero muchos otros dias estaba muy sencible y triste, porque veia como su mama trabajaba el doble para que ella pueda estar bien, y pensaba que si misma no iba a ser suficiente para el o la bebe.

En fin, el catorce de diciembre nacio Avril, una beba hermosa y completamente sana. El tiempo pasó y Eugenia pudo comenzar a trabajar, mientras que a la pequeña la cuidaba Adriana. A los siete meses de esto, otro acontesimiento duro golpeó la vivencia de la rubia: su madre había fallecido en un accidente automovilístico. A pesar de estar debastada intentaba no bajar los brazos, todo era por su hija.

Viernes a la tarde, cinco meses luego, la niña ya tenia un año. Ambas estaban en la plaza de la vuelta de su actual departamento, el que antes compartian con la adulta tan qerida. Avril gateaba, entonses su madre la dejaba jugar en la arena, pero por supuesto bajo su vigilancia, no le quitaba los ojos de encima, pero igual estaba un poco distraida leyendo el diario, buscando otro empleo, ya que en el anterior tuvo que renunciar para cuidar a la niña.

Pasados alrededor unos treinta minutos de adentrarse coompletamente en lo que leia, un joven aproximadamente un año mayor que ella, pelo rapado y ojos verdes, se le acercó con Avril en brazos y llorando. Eugenia la tomó apresuradamente e intento calmarla.

-disculpame el atrevimiento, es que la vi jugando y se golpeo un poquito con otro nene, se puso a llorar y supuse que vos eras familiar de ella -el chico que hablaba aun seguia ahi parado, mirandolas
-esta todo bien -sonrio a medias -cada dia confirmo mas que no sirvo como madre -negaba con la cabeza, mietras que acariciaba a su hija
-no digas asi -temerosamente se sento a su lado -seguro es algo nuevo para vos, pero vas a poder con esto -sus miradas se conectaron por unos instantes -Juan Pedro, Peter, un gusto -le sonrio
-Eugenia, y el gusto es mio -ella tambien mostro su sonrisa

Asi, de ese modo amigable y pacifico siguieron hablando largo rato, hasta que empezo a oscurecer, y amablemente él se ofrecio a acompañarla a casa. La rubia acepto, pues ese chico se veia agradable y no peligroso.
Se despidieron en la puerta del edificio departamental deseando en sus interiores, ambos, volver a verse. Antes de irse, Juan Pedro le dio su tarjeta laboral, mas que nada por si necesitaba algo. Eugenia la tomo, sonrio y entro a su casa.

Ya en su casa, el rapado se acosto, sin cenar, y se puso a pensar en esa chica. Por alguna extraña razon no podia sacarsela de la cabeza, y solo habian estados unas horas juntos. Intentaba hacer otra cosa, pero le venian a la mente las imagenes de ella, sus ojos levemente achinados de un color hermoso, todas las facsiones de su rostro perfecto, y esa personalidad madura pero a la vez aniñada y temerosa de equivocarse. Definitivamente esa rubia lo habia cautivado a tal punto de que con solo pensarla, una sonrisa se le formaba en el rostro.

Por otro lado, Eugenia bañó a su hija, le dio de comer y la hizo acostar, y aunque tardo un poco, finalmente Avril dormia placidamente en su cuna. Luego de todo eso, ella se preparo su cena, sin hacer ruido alguno, ya que la pequeña podria despertarse de nada. Se sento en la mesa, tomo la tarjeta que Juan Pedro y la quedo viendo. En su mente pesaban las imagenes del rato de la tarde juntos.
Decidica y dudosa a la vez, marco el numero. Accion de la cual luego se arrepintio, pero ya estaba sonando.

Peter no lograba dormirse, estaba completamente despierto. Al sonar su celular, miro el reloj, once de la noche, horario no muy adecuado para hablar por telefono, pero de todos modos atendio.

-hola -dijo con timidez la rubia
-hola? Eugenia? -intento reconocer la voz
-si, soy yo, disculpame por la hora, seguramente te desperte -se disculpaba, apenada ella
-no, esta bien, no me podia dormir igual -confenso
-ah, bueno, eh... -no sabia como decirle el motivo de su llamado
-necesitabas algo? digo, porque... -qeria no sonar mal, pero la extrañeza de la comunicacion aun estaba
-ah si, es que estaba pensando en alguna forma de agradecerte la ayuda que me diste hoy, y se me habia ocurrido que mañana, si podias, querias y no tenias nada planeado, de almorzar conmigo y con Avril -le propuso la idea, y una felicidad invadio la cara de él
-si, obvio, no tengo ningun problema -en su tono de voz se reflejaba la alegria qe le habia causado aquella invitacion
-genial -ella estaba igual que Peter -te espero a las doce en mi casa, dale? -y ese dia queria que este todo mas que bien
-si, perfecto. Voy a estar, esperame eh! -rieon ambos, y se despidieron

Al otro dia, apenas al despertarse, Eugenia ya estaba con una sonrisa en el rostro. Presentia que ese iba a ser un gran dia, bueno y lleno de sorpresas. Dejo durmiendo en la habitacion a su hija, y fue a prepararle la mamadera con leche tibia. Eran recien las nueve de la mañana, pero tenia muchas cosas para hacer y poco tiempo.

Diez treinta marcaba el reloj. Acababa de volver del supermercado. Coloco a Avril en un andador, en el comedor, y ella se dirigio a la cocina, a preparar la comida. Entre una cosa y otra, a las doce menos cuarto fue a cambiarse, y tambien a su hija.
Nerviosa, asi estaba. Era increible lo que ese muchacho causaba en ella. Hacia bastante tiempo que no organizaba un almuerzo con tanta felicidad y entusiasmo. Por su cabeza pasaba la idea el amor. Podria llegar a estar enamorandose?

El timbre sono. Con la pequeña en brazos fue a atender, y alli se encontro con él, apuesto como el dia anterior, vestido con un jean azul oscuro y una chomba color salmon. Se sonrieron mutuamente, y al saludarse, no lo hiceron especifijamente en la mejilla, sino que mas cerca de la boca, presisamente en la cominura. Despues de todo, tenian diecinueve y veinte años, esas cosas solian suceder.

Entraron al departamento, y Peter tomo a Avril, para que Eugenia pueda traer el almuerzo. El chico y la niña se sentaron alrededor de la mesa, y jugueteaban entre si. Él la hacia reir, sonreir y pasar un buen momento a la chiquita, algo que admiraba la rubia de él.

Pasado un rato largo, ya habian terminado de comer el pollo con salsa de verdeo y papas noisete que ella habia preparado. Se encontraban charlando gustosamente en el living, tomando cafe tranquilos.

-bueno, ya se como fue tu historia, tu pasado, pero ahora, que es lo que qeres para el futuro? -pregunto interesado Juan Pedro
-lo unico que yo quiero en este momento es poder formar una familia, que Avril tenga un papa, eso quiero -se sincero con algo de tristeza, y acaricio la mejilla de su hija, que estaba sentada en las piernas de él

En ese momento el telefono particular sonó, Eugenia se disculpo y fue a atender. Mientras, el chico y Avril seguian alli sentados, jugando juntos y divirtiendose. Al volver con ellos, ella se sento donde anteriormente estaba, y un profundo silencio inundo la sala. Pero este mismo se vio interrumpido.

-papa -se escucho. Era la primer palabra de la pequeña, y la decia estando con él

Ese momento significo mucho para la rubia. La circunstancia, la accion y la persona que estaba alli. Lentamente y sin entender, Pedro y ella se fueron acercando, hasta llegar a rozar sus labios. Estaban besandose, con Avril viendolos y sin interrumpir. Unos cuantos segundos pasaron. El corazon de Eugenia latia acelerado, su interior le hacia saber que estaba feliz, y que ese presentimiento que tenia se estaba haciendo realidad.

Se separaron apenas, Peter sonrio y se atrevio a hablar

-si me dejas, yo puedo ayudarte a formar una familia