martes, 23 de octubre de 2012

Lo mejor del amor - Nicochi


Lo mejor del amor

-dale, haceme pata La -Rocio estaba hablando con su amiga
-claro, ahora yo soy la que te tiene que bancar, no? -rió 
-eso es un sí? -preguntó emocionada
-obvio. Así además tengo una excusa para verlo al mío -alegrías cómplices compartían 
-nos vemos en diez -cortó la comunicación -Pablo, me voy a lo de Lali, nos vemos en unas horas -gritó para avisarle, tomando su abrigo y las llaves del automóvil 

Rocio Igarzábal, 23 años, rubia de ojos color miel. Mejor amiga de Mariana Espósito, a la cual los amigos llamaban Lali. Se conocían desde pequeñas y siempre estuvieron la una para la otra, en cualquier situación, buenas, malas, locas o dolorosas. Ambas hijas únicas, se consideraban hermanas mutuamente. 

-gracias, me volves a salvar, como siempre -la rubia la abrazó fuerte
-todo bien Ro... -iba a seguir hablando, pero notó que su amiga estaba muy pendiente de su reloj -podrías darme mas bolilla eh -.
-perdón, es que estoy ansiosa, quiero verlo ya -contó aun pendiente de su muñeca 
-pareces re necesitada Ro -la miró, riéndose entre dientes
-no! Es que él es tan... -el timbre sonó -ay! Anda a atender -intentó tranquilizarse
-y por qué no vas vos? -.
-porque es tu casa -Lali le clavó la vista: Rocio siempre atendía la puerta -no quiero quedar como desesperada -.

Mariana abrió la puerta, y al instante se colgó del cuello de su novio, besándolo tiernamente. Y mientras tanto Rocio se puso de pie, se acomodó la ropa y caminó hacia la puerta. Allí lo vio, él le sonrió y ella se derritió. Una vez afuera el chico le tomó la mano. 

-La, acordate que si llama Pablo yo estoy acá -rió y se fue con su chico

Desde allí se encaminaron hacia el departamento de él, lugar que no le era ajeno a ella, para nada. Había estado allí algunas oportunidades anteriores, pero esta era la primera vez que se reunían para ir ahí directamente.

~

-puedo pasar? -preguntó abriendo lentamente la puerta
-sí, me estoy cambiando esta ropa que es horrible -terminó de acomodarse la remera
-mm -musitó -a mi me gustas mas sin ropa -cerró la puerta tras de sí y la besó con euforia, tocándola como cual experto en esa asignatura 
-no me podes encantar tanto -dijo aun entre sus labios, mientras caminando 
-uy, nos mojamos -rió viendo como la ducha caía sobre ambos
-sh -lo calló aun besándolo, dirigiendo sus propias manos a la remera de él, para sacarla instantáneamente de sobre sí

Siguieron bajo el agua un rato mas, con la unión de sus labios de forma muy pasional, como se caracterizaban ellos en estas situaciones. En el transcurso de ese tiempo, la remera y la falda de ella también habían sido despojadas de su cuerpo. 
Luego fueron a la habitación, donde Rocio se encargó de quitarle el pantalón de una manera muy sexy, provocándolo mucho más. 

Pocos segundos después, no había más ropas que les impidieran hacerse uno. Se unieron en cuerpo y alma acompañados de besos mimosos y con pasión, palabras bonitas e inentendibles. 
Ese acto estaba lleno de amor, más allá de la calentura. Ellos se querían mucho, tenían una relación clandestina que les hacía muy bien a ambos, a pesar de las situaciones exteriores. 

-me quiero quedar con vos acá y ahora, para siempre -dijo ella con su mentón apoyado en el pecho desnudo de él
-nadie te lo prohíbe -el rubio le acariciaba el pelo suavemente
-lo estoy pensando seriamente -rió entre dientes
-vos sabes que estemos como estemos yo te amo, no? -se miraron fijamente
-yo también -acercó su rostro y lo besó -gracias -se le quedó viendo 
-no hay por qué -le sonrió y ella sintió que ese era su lugar

En realidad lo confirmó: desde hacía un tiempo que sabía que las cosas con Pablo no eran iguales, pasaba mejor el rato con el rubio que con él. 
Y esa tarde noche se decidió. Esa mezcla de sensaciones que tenía en el estómago al estar con el de ojos azules se le había ido, de una vez por todas podía decir que se sentía mujer de un solo hombre. 

-Pablo, tenemos que hablar -su posición era muy firme 
-qué pasa Ro? -preguntó él sentándose en una silla, con la pava al lado suyo
-no sé cómo decirte esto -no quería ser tan directa
-respirá hondo y largalo -tomó un sorbo
-algo entre nosotros no está bien -bajó la vista
-eh? -la miró
-Pablo, no quiero dar muchas vueltas...-.
-no las des -ahora se encontraba serio, muy serio
-no quiero que estemos mas juntos -no tuvo la valentía de mirarlo a la cara
-pero... por qué? -estaba atónito, no podía creerlo
-hace un tiempo que no estamos como antes -eso no era mentira
-pero es como para terminar la relación? Tan mal no estamos -quería entender un poco
-conocí a alguien mas -se le quebró la voz
-por ahí venía la cosa -una lágrima rodó por sus mejillas. Esa gota diminuta contenía tantos sentimientos: tristeza, enojo, desentendimiento
-pero fue en medio de las peleas y eso, yo no salí a buscarlo, él me encontró a mí... -.
-cómo fue? -quería, pero no podía poner sus ojos en ella
-no te voy a contar, eso sería morboso. Simplemente sucedió -los recuerdos estaban en su mente
-ya terminó todo? -Rocio no respondió, no entendía exactamente la pregunta -yo no quiero separarme de vos -la rubia comenzó a negar con la cabeza
-no Pablo, yo no siento lo mismo. La relación para mí está terminada. Perdón, pero no quiero lastimarte ni mentirme mas -tomó su cartera y se fue

De todos modos, no le había contado todo al morocho, tampoco podía ni quería. Su historia con el de ojos azules había empezado de una forma muy particular, común entre las personas de su edad, pero muy extraña en ella.

Flash back

-Lali, me quiero ir de acá, sabes que no me gustan los boliches -Rocio miraba para la puerta, tironeando de su amiga
-no Ro, quedate. Bancame en esta -le suplicó la petiza
-pero por lo menos me hubieses dejado invitar a Pabli -se quejó
-sabes que me cae mal, no lo invitaría para que me acompañe mientras yo me encuentro con mi chico -se plantó la petiza
-pero claro, vos vas a estar con él y yo sola como un poste -reprochó obvia
-va a venir con un amigo mi rubio -sonrió sin mirarla
-No! -gritó, y algunos a su alrededor la miraron extrañados -estas erradísima Mariana -.
-si hoy mismo me dijiste que discutiste con él -ella también levantó un poco el tono de voz -además me dijo que su amigo es re caño -sonrió pícara
-sí? -la miró sonriente y luego sacudió la cabeza -mirá lo que me haces decir. Yo me voy -giró y se encaminó a la salida, pero su amiga fue mas rápida, y llegó primero a su destino
-chiquito! -gritó y se abalanzó sobre él, pasando automáticamente sus brazos por su cuello, dándole un cálido beso sobre sus labios
-hola reina -habló Benjamín
-hola -saludó amistosamente el rubio rapado
-hola -dijo desinteresada la ojimiel
-nosotros nos vamos para... Allá -Lali señaló a un lugar indefinido y se fue  
-cómo te llamas? -se le acercó un poco
-te importa? -alzó las cejas
-con ese humor venís a bailar? -ella estaba por responder pero él la interrumpió -vamos -la tomó de la cintura y la llevó hacia la pista 

La música sonaba fuerte y el ambiente los invitaba a bailar muy próximos entre sí. Rocio admitía en su cabeza que ese chico sí "estaba caño" como le había dicho su amiga, y además le agradaba mucho su forma de coquetearle, su sonrisa, su mirada y su forma sensual de bailar. "Ya fue, yo me voy a divertir" fue el último pensamiento de ella.

-ahora sí estas con un ánimo mas acorde al lugar -le dijo al oído, mientras ambos bailaban reggaeton pegados -bailas muy bien -sonrió y ella también
-vos... Estas bien -rió entre dientes 
-no te das una idea de en qué cosas no solo "estoy bien" -alzó la cejas, y la miró pícaro
-yo creo que vos sos puro bla bla -mostró sus dientes maliciosa por unos instantes y luego siguió bailando
-que equivocada estás -la tomo brusca pero suavemente del rostro y la besó

Rocio se dejó llevar. Probablemente luego se iba a arrepentir, pero de verdad quería divertirse, y con el morocho las cosas no estaban bien desde hacía un tiempo largo, a pasarla bien nadie se negaba. 
El beso continuó por largo rato. Él disfrutaba también el contacto, esa rubia lo había vuelto loco desde que apenas la vio, y poder romper con ese escudo que los separó las primeras instancias, debido a su resistencia, lo hizo sentir espectacular.
Se apoyaron en la pared más cercana y siguieron besándose eufóricamente con mucho toqueteo mientras tanto. Definitivamente eso no era normal en la rubia, pero simplemente lo necesitaba, y él se lo otorgaba.

-vamos a mi casa -dijo entre besos él y ella por unos segundos lo pensó
-vamos -sonrió

Llegaron muy rápido, él vivía cerca y no había tránsito en las calles. Bajaron del automóvil y entraron al edificio besándose como antes. Subieron al ascensor y, como era de esperarse a las cuatro de la mañana, estaban solos, así que la rubia aprovechó para ir desabrochando la camisa de él, acariciándole el torso en el camino.
Entraron al departamento y las prendas superiores que los vestían a ambos desaparecieron. La temperatura del lugar ya estaba altísima, pero cuando el rubio comenzó a besar el cuello de ella al mismo tiempo que desabrochaba su corpiño, todo se tornó mucho mas caliente. Rocio enredó sus piernas en las caderas de él, disfrutando de cómo la besaba.

-cómo te llamas? -preguntó ella como pudo
-te importa? -la imitó
-mucho -rió entre dientes
-Nicolás -la volvió a besar con pasión 
-Rocio, un gusto -le sonrió 
-parece que la que es puro bla bla sos vos rubia -se separó unos instantes
-Jaja -exageró la risa, uniendo sus labios 

Poco a poco también dejaron de existir los zapatos y la falda de ella. Aun estando arriba de él, se encaminaron hacia la habitación, donde cayeron a la cama al instante. 
No tardaron mucho en hacerse uno, entre suspiros, toqueteos gemidos y besos, muchos besos. Hacía mucho tiempo que Rocio no la pasaba tan bien, y él debía admitir que en mucho tiempo, nadie lo había hecho disfrutar tanto. 


-no sé qué me calienta mas, que estés despeinada y con mi camisa, o saber que abajo de eso no tenés nada -le dijo viéndola entrar a la habitación con dos tazas de café
-cómo estas? -le sonrió y se volvió a acostar a su lado
-bien, y mejor ahora -introdujo su mano por debajo de la prenda que la vestía, y la acarició delicadamente
-yo me tendría que ir yendo Nico -él la miró algo serio -tengo novio yo, y le dije que me quedaba en lo de Lali, pero ya son las doce -revoleó los ojos -me voy a cambiar y me voy -nuevamente se levantó y fue hacia el baño, para luego salir vestida con su ropa
-te voy a volver a ver? -preguntó él parándose a su lado
-forma de contactarme tenés -sonrió coqueta, le dio un beso en la comisura de sus labios y se fue

Fin flash back

Pasaron cuatro meses desde que Rocio y Pablo se habían separado. La relación de ella y Nicolás progresaba tranquila y felizmente, al igual que la de Lali y Benjamín.
La rubia ya se había mudado con su novio. Mucho al barrio no se tuvo que acostumbrar, pues el departamento del de ojos azules quedaba a casi 20 cuadras de donde vivía antes con el morocho.

Era viernes a la tarde-noche, Rocio caminaba por la calle junto a su mejor amiga, rumbo a la casa de la morocha, a la espera de sus parejas, quienes trabajaban en el mismo lugar. Se reunirían para cenar los cuatro juntos.

-ese hijo es mío -se escuchó desde el otro lado de la calle
-Pablo -dijo casi sin voz
-andate nene -Mariana lo enfrentó
-a vos no te estoy hablando -espetó furioso -por qué no me dijiste que estabas embarazada Rocio? -ella no respondía, estaba en shock
-no es de tu incumbencia -la petiza contestaba
-sí lo es, porque yo soy el padre -la miró por unos segundos
-quién te dijo eso? -tenía la mano de la rubia entre las suyas, haciéndole saber que no la dejaría sola
-y... es lo obvio, a menos que haya sido tan rapidita de meter en la cama a otro en este tiempito que no estuvimos juntos -la morocha lo desconocía, esa persona no era de la que su hermanilla se había enamorado, porque a pesar que no le cayera bien, tenía que admitir que la hacía muy feliz
-Pablo dejate de joder y andate, si? -como pudo, comenzó a caminar con Rocio a cuestas

Llegaron rápidamente a la casa de Mariana, donde Rocio, sentada en el sofá, se largó a llorar sin consuelo. Su amiga trataba de calmarla, pero era casi imposible. 
Todavía faltaba una hora para que Nicolás y Benjamín regresaran, pero tenía miedo de que a la rubia le diera un ataque nervioso, así que prefirió prevenir que curar, y llamó al celular de su novio, rogando ser atendida al instante. 

-Benshi, por favor decile a Nico que pida permiso y que se venga ahora para casa, nuestra casa. Rochi está mal y no la puedo tranquilizar -fue lo único que dijo Lali, para recibir un "ok" de respuesta y finalizar la conversación. 

Nicolás velozmente llegó, acompañado de su amigo, junto a las chicas. Entró al living desesperado y verla allí, con lágrimas en los ojos y una expresión de pura tristeza en el rostro, le partió el alma. Se le acercó suavemente y ella automáticamente se abalanzó sobre él, abrazándolo. 

-mejor nos vamos -le susurró y ella asintió -gracias La por avisarme -le sonrió y se dirigió con Rocio a su auto, cancelando así la comida que iban a tener, pero asegurándose también, que la ojimiel estaría mejor

~

-qué pasó Ro? Me querés contar? -ya no lloraba

Estaban recostados en el sillón, Rocio usando las piernas de él como almohada. Nicolás tenía una mano entrelaza con la de ella, acariciando dulcemente el vientre, y la otra sobre su cabeza, mimándola un poco más. 

-vimos a Pablo y me dijo cosas horribles -silenció unos segundos, evitando que más lágrimas cayeran -y me dolió, porque... Porque él me conoce y sabe cómo soy -bajó la vista
-quizás no te conoce como pensas -no respondió -Rochi, vos sabes que Pablo no importa, Franccesca y yo te amamos y él no importa en nuestro mundo -le sonrió sereno, haciendo que ella también lo haga
-yo también los amo -se acomodó para besarlo tiernamente -ay -sus ojos nuevamente estaban acuosos 
-qué? -preguntó preocupado 
-pateó -las sonrisas mas resplandecientes brotaron de los labios de ambos, quienes volvieron a llevar sus manos a la pancita de ella, mientras se besaban con mas dulzura que antes

Eso era literalmente lo mejor del amor, hasta en el peor momento, podía aparecer y cambiarte la vida, hacerte sonreír como un tonto, ver todo color de rosa por un rato, aun sabiendo que el universo de alrededor no estaba bien. 
Eso era lo mejor del amor de Nicolás y Rocio, aun cuando pareciera que a ella nada la podría calmar, él llegaba y solucionaba eso. Aun cuando él se cansaba del trabajo y se desanimaba por la rutina de su vida, ella lograba sacarle la mas linda carcajada y la mirada mas profundamente amorosa. 
Lo mejor del amor de ellos, es que lo vivían juntos.