lunes, 5 de noviembre de 2012

Rebelde y medio - Pablali


Rebelde y medio - Pablali

Ingresaba al instituto mirando a todos por arriba, a pesar de su corta estatura. No estaba sola, su amiga la acompañaba, quien iba tomada de la mano de su novio.
Miraba al resto con su aire de grandeza, como siempre. "Tenía motivos" pensaba. Aunque no era así en todos los aspectos de su vida. Con su hermanilla, Rocio, era la persona mas locamente divertida que podría existir.

El único chico entre ellas saludó a su mejor amigo, que estaba apoyado sobre la pared, mas allá. A ese fue al que peor miró Mariana, la peticita agrandada. Aquel era el hijo del mas importante socio y compañero de trabajo de su padre. Se veían casi todos los fines de semana, sin contar los días escolares.

-Ro, me voy con Pablo -aviso la pareja de esta misma
-no lo nombres Nicolas! -exclamó
-La, yo te adoro a vos, pero él es mi amigo, no jodas -él revoleó los ojos
-nos vemos en el recreo? -la rubia lo miró coqueta
-obvio -se acercó a ella y le dio un dulce beso sobre los labios -te amo -sonrió y se fue
-no es el mas tierno? -preguntó embobada, viéndolo a lo lejos
-vamos Rocio -la tomó del brazo, ya malhumorada

Jueves a la tarde. Casa de Mariana. Los padres de ambos se encontraban reunidos en un almuerzo entre colegas. Al instante que la morocha se retiró de la mesa, Pablo pidió hacer lo mismo, excusándose con que estaba cansado e iría al cuarto de huéspedes a tomar un descanso breve.

-qué querés nene? –le preguntó ella al verlo en su puerta
-se puede saber por qué me mirás así? –entró a la habitación, haciéndola retroceder y cerrando tras él
-así cómo? –quedó sentada en la cama
-así como ahora –sonrió de costado –o te debo o te gusto –rió entre dientes, pícaro

La “relación” entre ellos siempre había sido de esta manera: en el colegio Lali se creía mucho, para disimular ante todos, pero cuando estaban a solas, casi siempre quedaba muda, y él disfrutaba muchísimo de eso. Le gustaba ver las diferentes formas en que alguien se podía comportar con una misma persona en diversas situaciones.
Si bien en muchas ocasiones él la provocaba, tantas otras, la petiza tenía actitudes odiosas para con el resto, que hacían surgir en el interior de los demás, unas ganas extremas de hacerla entender que ella no era el centro del mundo, y ni mucho menos, a todos les interesaba su persona.

-pero qué decís? –se puso de pie
-lo que se nota a distancia Marianita –ella estaba boquiabierta
-que sos un tarado? Sí, el universo entero está enterado de eso –se dirigió nuevamente hacia la entrada de la habitación –te podes ir por favor? –sonrió falsa
-no querés que me vaya –se le acercó mucho, pegándola a la puerta casi
-salí Pablo! –chilló
-no –dijo sereno
-salí o grito –amenazó
-no vas a gritar –negó con su cabeza, seguro de lo que decía
-querés ver? –él hizo una seña con su cabeza, probándola –papá!! –finalmente sí, gritó

-qué pasa acá? –Gustavo, el padre del morocho, apareció allí –te hizo algo Marian? –el joven hombre entre los presentes revoleó los ojos
-me está molestando –lo acusó cual niña pequeña
-Pablo, no te parece que estas un poquito grande para seguir jugando a molestar a las nenas? –lo reprendió
-igual –ella intervino –yo tengo casi su misma edad –odiaba que la tratasen de menos
-además, qué haces acá? –Gustavo la ignoró y siguió hablándole a su hijo
-le vine a preguntar algo del colegio, y se lo tomó mal –mintió sin darle importancia a si le creía o no
-ya nos vamos, te venía a avisar eso, así que despedite y bajá –fue último que dijo antes de desaparecer
-no podes ser tan chiquilina –rió
-chiquilina no, rebelde –le guiñó un ojo
-ja ja –exageró –a rebelde, rebelde y medio Marianita –siguió riéndose mientras se iba
-no me digas así! –se escucho ese grito desde la planta inferior de la casa, al mismo tiempo que él continuaba con su sonrisa en el rostro

~

-así como te digo Ro, es un imbésil –al día siguiente, Mariana se ocupada de contarle todo, con lujos de detalle y exagerado, a su amiga
-a ver señorita Espósito si se calla. Vaya al baño como pidió y luego busque los materiales de la clase donde corresponde –la profesora se había cansado de escucharla hablar
-ya vuelvo y te termino de contar –sonrió y salió del aula

Caminaba por los pasillos aburrido, buscando entretenerse con algo para quedarse fuera de su salón de clases, cuando la vio entrar al cuarto de materiales, peinada, bien uniformada, con una sonrisa en su rostro, impecable como siempre. La siguió sigiloso, sin hacer ruido, y cuando ella ya había ingresado, entró también al cuartito.

-perdón? –lo miró sin entender
-sí, te perdono –mostró su sonrisa
-qué haces acá? –preguntó poniéndose histérica
-estaba aburrido –comentó simple
-y decidiste molestarme a mí como de costumbre –revoleó la mirada
-digamos que sí -.
-hoy no estoy para eso. Correte de la puerta y dejame salir –Pablo seguía en el medio del camino –enserio nene –lo miró seria
-no me voy a correr –sonrió
-y después quién es la chiquilina? –se cruzó de brazos
-ah, entonces admitís que sos chiquititita? –habló gracioso
-estúpido –no cambiaba su expresión enojada del rostro
-chiquita –reía al verla así
-quiero salir –gritó histérica
-intentalo –él seguía muy tranquilo, hasta que, unos segundos después, escuchó un ruido raro y vio la cara de ella
-mirá lo que hiciste! –ahora estaba mas alterada que antes
-yo hice? Disculpame, la que tiró del picaporte y lo rompió fuiste vos, no yo -.
-y ahora cómo salimos? –preguntó entre desesperada y emocionalmente quebrada
-alguien nos vendrá a buscar cuando se den cuenta que estamos tardando mucho –se sentó en el suelo, apoyado en la pared contraria a la puerta
-no! Yo no me puedo quedar tanto tiempo acá –intentó, inútilmente, reparar lo que se acababa de dañar –le voy a mandar un mensaje a Rochi, ella me va a sacar de acá -.
-no hay señal –le informó
-pero… -se quedó sin nada para decir –mantenete alejado –le ordenó, mientras ella también se sentaba lo mas distanciada de él posible

~

Entró y los vio besándose. Vaya sorpresa la que se llevó la rubia. No podía creerlo, hasta hacía una hora su amiga le estaba comentando lo insoportable que le parecía, como todos los días, y ahora los encontraba en pleno florecimiento del romanticismo. No hizo ningún ruido y continuó mirándolos disimuladamente, con una sonrisa pintada en su rostro, le agradaba tanto ver así a su casi hermana.

-Ro! –exclamó sorprendida cuando se percató de su presencia allí –cuándo llegaste? -.
-hace como diez minutos –rió entre dientes
-ay –miró para todos lados
-no te preocupes por la tardanza, le dije a la profesora que no te sentías bien, ni física ni emocionalmente, y por eso tardabas, pero igual me mandó a buscarte –explicó rápido
-y a vos no te tienen que venir a buscar? –le preguntó la morocha al chico
-yo estoy en último año, no se preocupan tanto –sonrió acariciándole suavemente el rostro
-de qué me perdí? –preguntó Rocio graciosa
-de todos modos… -Pablo se levantó y ayudó a la morocha a hacerlo –tendría que ir volviendo al aula –depositó un delicado beso sobre la comisura de sus labios –nos vemos después Marianita –mostró su sonrisa y se fue
-vamos a clase que hoy te quedas a dormir en casa y te cuento todo –salieron corriendo hacia donde debían

~

-Mariana Espósito dejá de dar vueltas y contame todo ya –dijo firme la rubia, que veía a su amiga ir y venir en la habitación
-es que es complicado, y ni yo entiendo cómo sucedió –rió
-hacé memoria –le ordenó
-bueno, a ver… -cuando estaba por empezar a hablar, un mensaje de texto llegó a su celular

“Nos vemos mañana a las tres de la tarde en la placita cerca de tu casa, dale? Decile a Rocio que vaya, que Nico quiere verla y está casi desesperado, jaja. Te quiero”

-está muerto por vos eh! –bromeó la ojimiel
-y Nicolás? –le contestó, en el mismo tono, mientras escribia la respuesta al mensaje
-él es mi novio hace un año, no hace dos horas –sonrió recordando a su rubio
-no estoy de novia con Pablo –corrigió al momento

“Sí sí, vamos las dos. Mandale saludos cariñosos a Nico, pero no con el mismo cariño que te los mando a vos. Besito. Te quiero más”

-mejor me das el celular, porque ya veo que empiezan la discusión tonta de “yo te quiero mas, yo más. Yo más” y no me contas nada –le arrebató el teléfono, y cuando iba a protestar, volvió a hablar –contame Mariana -.

Flash back 

Seguían sentados bien separados, en silencio. Habían pasado ya veinte minutos desde que se quedaron encerrados, y la situación estaba rara. Él la miraba de reojo, y cuando notaba que ella lo miraba, corría la vista rápido. Lo mismo hacía ella, pero dándose cuenta de que algo entre ellos no estaba como siempre.

-me gustas más así, serena y no tan verborrágica –Pablo fue quien rompió con el silencio
-te gusto? –preguntó, intentando molestarlo
-sí –él seguía tan pacífico como antes
-qué pasó Pablito, confesiones de las once de la mañana? –rió
-y volviste a ser la Marianita insoportable de siempre –giró la vista hacia la nada
-no, perdón. Es que no estoy familiarizada con el hecho de hablar sin pelear con vos –lo vio mientras se paraba y volvía a sentarse al lado suyo
-permiso –se acomodó con una sonrisa
-y desde hace cuánto que te gusto? –la pregunta parecía otra molestia, pero lo dijo de una forma tan delicada, que él respondió sin problemas
-desde siempre podría decirse, pero vos me tratas siempre tan mal que bueno, te sigo el juego de la rebeldía –se hundió de hombros
-rebelde y medio –recordó lo que había dicho el día anterior, pero en voz muy baja, él no la escuchó
-enserio creo que vos y yo podríamos llevarnos muy bien si no nos comportáramos como nenes todo el tiempo –afirmó seguro de lo que decía
-Pablo… -clavó su vista en los ojos de él, y por primera vez pudo sentir la profundidad de ese color verde tan puro y calmo

No hubo palabra más que haga falta, El morocho la tomó muy suavemente del rostro y acercó sus labios hasta casi rozarlos. Los ojos de ambos estaban entreabiertos, mirándose deseosos. Ella fue la que terminó de avanzar e hizo efectiva el choque de sus bocas, tranquilos, relajados, pero al mismo tiempo nerviosos y con “mariposas en la panza”.
En esa circunstancia los encontró Rocio. Se besaban ya por quinta vez en la misma situación. Mantenían sus frentes unidas, sosteniéndose mutuamente la cara, diciéndose palabras bonitas, regalándose sonrisas y coronándose con besos. 
Los sentimientos entre ellos estaban desde el principio, pero ninguno de los dos les había prestado atención, preferían pelearse antes que mimarse, acción que realmente no pasaba por sus pensamientos.

Fin flash back 

-que tiernos –opinó la rubia cuando terminó de escuchar todo el relato
-igual, no sé, van a creer que es re cualquiera que ande con él cuando me dediqué a molestarlo estos tres años –acotó, mirando al suelo
-Marian, jugátela y no les des bola a lo que digan. Con Nico siempre dijimos que iban a terminar juntos, solo faltaba que vos muestres interés, porque mi Puki me había contado que Pablito andaba atrás tuyo –rió y la morocha quedó boquiabierta
-cómo que sabías y no me dijiste nada? –le reclamó
-no podía decirte nada! Pablo casi lo mata a Nico cuando se enteró que yo sabía –exageró, contagiada por como lo hacía su amiga –además, no me hubieses creído, o no? –Mariana negó con la cabeza –ves? -.
-bueno, basta de charla y dormir que mañana tenemos que estar re diosas –le informó, y juntas comenzaron a planear el maquillaje, los cambios de ropa y demás, todo para estar listas para sus chicos al día siguiente

~

Los cuatro se encontraban, en la tarde siguiente, en donde habían acordado. Mientras Nicolas y Rocio estaban sentados sobre una de las mesas de allí, espiando a sus amigos y mimándose muy amorosamente entre ellos, Mariana permanecía apoyada sobre el tronco de un árbol, con Pablo parado delante de ella, hablándole muy cerca.

-ay, no me podes decir que lo de “rebelde y medio” no fue de nene chiquitito, como me decís a mí –rió a carcajadas. Esa frase la iba a recordar por siempre
-bien que este rebelde y medio se la jugó, y en una de esas rebeldías terminamos así como estamos ahora –sonrió victorioso
-vos habías tramado todo para que se rompa el picaporte? –no lo podía creer
-no, no soy tan organizado, se dio, agradezco porque haya sucedido y ahora soy feliz –contestó simple
-igual, fue una chiquilinada –remató la morocha
-igual que vos –acotó medio serio medio riendo
-callate y besame –le ordenó, acercándose a sus labios
-no –Mariana abrió los ojos sorprendida y él no hizo mas que aprovechar para unir sus labios nuevamente, demostrándole que estaba dispuesto a aguantar sus bromas no tan graciosas, sus días pesados, con la misma sonrisa que la acompañaría cuando quisiera festejar lo que sea. Ese rebelde y medio siempre estaría para ella.