martes, 1 de octubre de 2013

Sentimientos

Sentimientos.

Inseparables a partir de que se conocieron, Valentino y Thomas fueron mejores amigos desde el jardín de infantes. Sabían todo acerca del otro, sus problemas, sus gustos, sus pesares, sus alegrías.
En la escuela secundaria hubo unos días en los que Valentino se mostró un poco más distanciado. A Thomas le fue imposible no sentirse mal y preocupado por la actitud de su amigo. Tanto fue así, que al inicio de la semana siguiente de aquellos días raros, antes de entrar a clases, le tomó la mano y lo llevó a una plaza alejada, para hablar seriamente. Tras mucha insistencia, Valentino le confesó que intentaba poner distancia para acallar lo que su corazón le decía. Al instante, le tomó el rostro con dulzura y lo besó.
Luego de aquel primer beso, ellos comenzaron a salir. Una tarde, de regreso a casa desde la escuela, hablaban animadamente.

-Te dije que voy a decirle a mi mamá de lo nuestro? -Comentó Thomas.
-Si? Estás seguro? No hay apuro para hacerlo -Valentino estaba un poco inseguro.
-Ya no me gusta ocultarlo y creo que me va a entender -lo miró de reojo.
-Yo no tengo ningún problema con lo que hagas, pero te acordas cuando vimos esos animes y tu mama se enojó cuando notó que eran sólo de chicos? -Thomas se quedó en silencio. -Perdón, perdón, en serio. Va a estar todo bien. -Sonrió y le tomó la mano -Después me llamás y me contás? -Thomas asintió.

-Otra cosa que me molesta -Volvió a hablar luego de unas cuadras sin decir nada. -es tener que despedirnos como queremos acá, en la esquina, y no poder hacerlo en la puerta de mi casa, como toda pareja normal -.
-Nosotros no somos una pareja normal -Valentino negó con la cabeza
-Por qué? Porque somos dos chicos? Eso no nos hace anormales. Somos personas como todos, pero simplemente con gustos diferentes. -Valentino se frenó en seco y Thomas dejó de hablar.
-Tenes toda la razón. Últimamente estoy con la cabeza en lo de mi abuela y estoy negativo, pero lo que decís es verdad Toto, somos simplemente dos personas que se gustan y se quieren. -le tomó suavemente el rostro -Y yo a vos te quiero muchísimo -lentamente comenzó a rozarle los labios y, finalmente, a besarlo con mucha ternura.


-Ma -Thomas llamó a su madre apenas puso un pie dentro su casa.

Estaba decidido. Le contaría la verdad a su madre, sea cual fuese su reacción a ello. No estaba completamente seguro de que lo aceptaría sin más, pero debía intentarlo,  no quería seguir mintiendo ni ocultando su realidad.

-Qué pasa Thomi? -Se acercó a él y se sentó a su lado en el sofá que había en el living.
-Tengo que contarte algo -Jugaba con sus dedos, los cuales le sudaban incluso, miraba hacia abajo.
-Pasó algo en el colegio? -La preocupación ya la había embargado.
-No, es algo más... personal -Levantó la vista unos instantes, para conectar con la de ella, quien lo miraba confundida, sin entender.
-Te sentís bien? -Le tomó las manos y las apretó suavemente.
-Esto es complicado, y realmente espero que me entiendas, porque es muy importante para mí. -Hizo una respiración profunda y continuó hablando. -Lo que pasa es que soy gay, y... -No dijo más, su madre lo interrumpió.
-Vos tenes fiebre, seguro es eso. -Le colocó el dorso de la mano en su frente, midiéndole la temperatura. -Anda a acostarte un rato, yo ahora te llevo un té. Mañana vas a estar bien. -Se puso de pie dirigiéndose hacia la cocina.
-No estoy mal, mamá. -La siguió. -Tampoco es algo que se me vaya a pasar con un té. Es un sentimiento mío, y me siento feliz así. Me gustaría contar con tu apoyo. -Un silencio los inhundó.
-Thomi, vení, en serio. Vamos a tu habitación, ya se te pasa esto raro que estas diciendo. -Rió entre dientes.
-Mamá! -Levantó la voz -Me gustan los hombres. -Dijo marcando bien las palabras.
-No te reconozco. Vos no sos mi hijo. Mi hijo, mi Thomas nunca me hablaría así y menos me diría semejante barbaridad. -Negaba con la cabeza, sin mirarlo.
-Soy tu hijo, sigo siendo el mismo. Ser homosexual no me cambia en nada para con vos, no sé qué te preocupa tanto que estás así de alterada. -Él tampoco estaba ya tranquilo.
-Si seguís siendo mi hijo como decís, haceme caso y subí a tu habitación. Estás castigado por tiempo indefinido y no se habla más del tema. -La mujer se dio media vuelta y se marchó de la cocina.

Thomas hizo lo que su madre le dijo: se quedó encerrado en su habitación en forma de castigo. Quizá no había sido buena idea contarle todo, pero no se arrepentía al cien por ciento, ahora sentía que tenía un peso menos encima, aunque la situación estaba más complicada que antes.
Qué iba a hacer? Aceptar lo que su madre decía? Resignarse a que de alguna manera lo que él sentía sí era una enfermedad? Acabar con su vida por no poder soportar el drama? No. Eso último nunca lo haría, conocía a muchos que se suicidaron por ese mismo motivo y nunca creyó que aquello haya sido una solución al problema de esas personas. Pero de todos modos su vida se había puesto en una encrucijada muy difícil de resolver, así que prefirió ponerse a dormir sin pensar, relajar la mente y tal vez a la mañana siguiente se le ocurriría alguna respuesta a la pregunta de qué hacer.


Los días pasaban y Thomas seguía entre esas mismas cuatro paredes de hacía una semana. Había faltado al colegio, no se sentaba en la mesa a comer con la única integrante de su familia, no miraba televisión, no respondía el teléfono. No hacía más que estar acostado en su cama pensando o durmiendo.
Como resultaba obvio pensar, Valentino se sentía intranquilo, preocupado, confundido. Tenía una mezcla de sensaciones en su interior. Resultaba raro pensar que el mismo día que su más que amigo le iba a confesar todo a su madre, dejara de responder mensajes, llamadas, chats. Evidentemente algo había sucedido, nadie podría negárselo.

"Si no me das una señal, voy a ir a tu casa a hablar con tu mamá. NECESITO saber de vos". Valentino envió el mensaje sin que le tiemble la mano. No podía seguir más de esa manera, desesperado.
"Lo mejor va a ser que nos tomemos un tiempo. Quizá fuimos muy rápido y no nos dimos cuenta. No vengas". Si no le hubiera respondido, le hubiera dolido menos. Decidido, guardó su celular en el bolsillo y se encaminó hacía donde debía.


-Qué pasa? -La mujer abrió la puerta hablando en un tono de voz elevado.
-Buenos días señora. Necesitaría hablar con su hijo si puede ser. -Valentino se encontraba en la casa de Thomas, a pesar de que le había dicho que no vaya.
-No puede ser, esta ocupado estudiando con chicas, con buena compañía, no con alguien que lo lleva por el mal camino, como vos. -Finalmente él entendía todo.
-Señora, su hijo a mí me importa en serio. No hay ningún mal camino acá, el amor verdadero nunca es un mal camino. Si le puede decir a Thomas que lo quiero con todo mi corazón, se lo agradecería mucho. -Se dio media vuelta y se fue, caminando por la calle, con las manos en los bolsillos.


-Valen -Escuchó su nombre en un grito a su espalda.
-Qué haces acá Toto? No estabas estudiando "con buena compañía"? -Preguntó sarcástico.
-No salí de mi cuarto en unos cuantos días, no vi a nadie, ni a mi mamá, en todo este tiempo. -Aclaró. -Pero cuando te escuché, bajé a verte sin dudarlo, de forma instintiva. Escuché la conversación, y cuando te fuiste, casi que corrí para seguirte, pero mi mamá me detuvo. Me dijo que si salía por la puerta, me olvide de ella. Dudé un momento, y me di cuenta de que no era así. De que no tenía por qué elegir entre vos o ella. Podría tenerlos a los dos, pero ella quiere que sea así, de modo que yo no pierdo a nadie, ella me pierde porque así lo decide. -Dijo todo de corrido, logrando respirar agitadamente solo al final.
-Vení. -Le tomó las solapas de la camisa a medio abotonar, lo atrajo hacia sí y le besó, expresando su sentir de esa semana: angustia, necesidad, cariño, todo. Thomas colocó sus propias manos en las suaves mejillas de él, para intensificar el contacto. Lo mucho que lo había extrañado no podía explicarlo con palabras, entonces se lo demostraba mediante ese beso, apasionado y dulce a la vez, tal como ellos eran.
-Sabes qué? Me parece que en estos meses no te lo dije, pero vos siempre fuiste mi mejor sentimiento. Desde chiquitos que me gustaba mucho estar con vos, nunca me sentí solo teniéndote al lado. -Dijo, aún rozando sus labios con los de su novio -Yo también te quiero con todo mi corazón, y más todavía. -Se volvieron a besar.

Y así empezaba el resto de sus vidas, con muchos obstáculos por sortear, pero siempre de la mano del otro, haciendo caso a sus sentimientos para seguir adelante, juntos.

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