jueves, 20 de diciembre de 2012

Ahí estaré - Nicochi&Pablali

Ahí estaré

El morocho dibujaba en la arena inmerso en sus pensamientos. La estaba pasando muy bien, pero también sentía que su cabeza traicionaba a su amigo, y eso nunca podría permitirlo. Él nunca le había hecho ninguna advertencia, pero era ley de vida: las hermanas de los amigos son intocables. Pero no, el ojiverde se enamoró, y ya no había vuelta atrás.

-Pablo, ya está lista la cena, vamos? -la voz de una morocha de corta estatura lo sobresaltó, haciéndolo tirar el palito que tenía en la mano a cualquier lado -che, ya sé que soy fea, pero tampoco es para que te asustes tanto -rió entre dientes
-serás muchas cosas, pero fea, definitivamente no -le sonrió poniéndose de pie
-qué es eso que escribiste ahí? -preguntó haciendo referencia a lo que estaba en la arena
-nada -se apuró a borrar todo -vamos a la casa mejor -.
-bueno, si vos decís -frunció los hombros, sonrió y caminó junto a él
-Rochi debe estar chocha -hizo un comentario, para quitar la tensión del momento
-por qué lo decís? -cuestionó risueña
-porque le encanta Nico desde hace mucho tiempo, y hoy cuando él se ofreció a ayudarla a preparar la comida, casi se muere, te lo aseguro -era su mejor amiga, la conocía mejor que nadie
-ay, me jodes! Nico también está embobadísimo con ella hace mucho, es casi insoportable -revoleó los ojos
-y cómo es que nunca me enteré? Soy su mejor amigo, no? -la miró fijo
-sí, pero vos sos como un hermano de Rochi, y Nico es muy leal a sus pensamientos, y eso de "salir con la hermanita de tu amigo" le desagrada al máximo, aunque es muy molesto -ambos miraron para otro lado
-bueno... -respiró hondo -esperemos que no sea tan tonto de pensar que yo puedo querer impedir que mis amigos sean felices juntos -sonrió, con un dejo de esperanza y tristeza en la voz
-ojalá el pensara como vos -acotó ella por lo bajo
-qué? no te escuché -mentira, sí la había oído, pero quería saber a qué se refería
-llegamos -sonrió y entró rápido a la casa

Pablo entró a la cocina y se encontró con una imagen no habitual pero sí muy tierna. Y es que como Nicolás y Rocio habían cocinado fideos, les fue inevitable hacer una "guerra de harina" y terminaron muy sucios. El rubio le limpiaba suavemente el rostro a ella, mientras se miraban muy dulcemente.
Cuando lo vieron al morocho en la puerta, se separaron instantáneamente, mirando para cualquier lado.

-Nico, después tenemos que hablar -sólo dijo eso y se fue
-andá ahora, hay unos minutos libres mientras esto se termina de cocinar. Lali y yo preparamos la mesa -ella le hizo una caricia suave y fue al baño, a terminarse de limpiar
-Pablo -gritó Nicolás, para saber dónde estaba
-nabo, estoy en la pieza -recibió otro grito como respuesta
-qué me tenías que decir? -entró a la habitación y cerró la puerta tras él
-me contó un pajarito que estás muerto con Rocio y que nunca avanzaste por mí -lo miró sereno
-voy a matar a mi hermana -amagó a irse
-sos boludo? -Nicolás giró -vos crees que soy capaz de evitar que seas feliz? de verte sonreír como hace un rato? Soy cursi, me conoces, pero te digo enserio, nunca te vi mas contento que cuando la mirabas a Rocio en la cocina -habló sincero
-igual no sé si ella está así como yo -se sentó en su cama
-me estás cargando? Si en estas horas que estuviste con ella, te dio pie a que te le acerques, hicieron bromas y todo, te pensas que siendo como es ella, no siente algo por vos? -.
-vos decís? -preguntó no muy seguro
-de verdad vos eras el ganador del curso? No lo puedo creer eh! -le tiró un almohadazo
-a comer che! -Mariana les golpeó la puerta

La cena pasó entre charlas, risas, bromas, comentarios serios. Estaban sentados Rocio al lado de Nicolas, al lado de él Pablo y entre el ojiverde y la rubia, Mariana. De vez en cuando Pablo desviaba la vista hacia la petiza, intentando ser disimulado, pero no lo consiguió, porque en varias oportunidades ella lo captó, y le devolvió la mirada, sosteniéndosela unos cuantos segundos.
Y mientras los morochos se debatían entre quién tenía los ojos mas profundos, los rubios no ocultaban nada. Se reían juntos, se miraban incansablemente los labios, y como detalle que coronaba todo, debajo de la mesa, sus manos estaban entrelazadas sobre la pierna de ella, aprovechando él a acariciarla muy delicadamente.

-yo me voy a bañar y a dormir, estoy cansada -avisó Mariana, mientras se levantaba de la mesa
-yo ordeno todo esto -se ofreció Pablo, guiñándole un ojo a su amigo
-Ro, querés ir a caminar a la playa? -le susurró Nicolás al oído y ella asintió

Al salir de la casa, inconscientemente se tomaron de la mano, acto que provocó una sonrisa enamorada en ella, incomparable. Llegaron a destino, y ella se sacó los zapatos: unos suecos coloridos y con taco, no eran muy aptos para la arena. Él los tomó amablemente y los llevó en su mano.

-qué te dijo Pablo? -cuestionó curiosa cuando ya estaban donde el agua le mojaba los pies, transmitiéndoles una sensación de tranquilidad pura
-que si soy feliz, me anime -.
-te animes a qué? -no terminaba de entender y él tampoco le dio mucho tiempo a pensar. Se detuvo al instante, la tomó del rostro decidido, acercó sus caras y la besó, como desde la primera vez que la vio, tuvo ganas de hacer. Sentía su perfume de mujer, el de su piel, porque sabía que no siempre usaba una fragancia, simplemente era su propio aroma, y le encantaba -que me anime a esto -sonrió, sin despegar sus frentes ni dejar de mostrar sus dientes, feliz
-Gracias -dijo ella solamente, bajando la vista
-pasó algo? Ya no sonreís como hace un ratito. Hice algo mal? -se preocupó
-no -negó suave y se sentó -enserio quiero agradecerte por acceder a que yo venga con ustedes de vacaciones. Tuve un berrinche bastante chiquilín, lo admito, pero realmente Pablo es el único ser humano que me queda conmigo, mis viejos fallecieron en ese maldito accidente, y mi abue me dejó hace unos meses. Pensar estar todo un verano sin mi mejor amigo, iba a hacer que me sienta la persona mas sola de todo el universo, y sé que hay gente que está en peores situaciones, pero yo de verdad no me quería quedar sin nadie, aunque hubiese sido poco tiempo -hundió su rostro en sus rodillas, derramando algunas lágrimas
-Me parece que Lali no cumplió su parte del trato entonces -Rocio lo miró sin entender nada, y Nicolás aprovechó para secarle el rostro -te paso a explicar -le regaló una sonrisa -yo la dejé a Lali venir con nosotros, porque había hecho un trato: ella venía si te convencía a vos de venir -la rubia abrió bien grande los ojos -nunca te dijo nada, no? -ella negó
-Ya la voy a agarrar -ambos rieron entre dientes -te puedo corregir algo de lo que dijiste antes? -ella le dio el pie -Pablo no es la única persona que está con vos, yo también lo estoy. Para lo que seas que necesitas, yo ahí estaré, siempre dispuesto a ayudarte en lo que sea -Rocio se abalanzó sobre él, abrazándolo fuerte
-gracias, gracias gracias -.
-de nada, de nada, de nada -volvieron a reír
-vos siempre haciéndome reír, que linda habilidad que tenes -se separaron
-vos sos la que causa eso: sacar lo mejor de mí -tomó sus manos, le gustaba tenerlas entrelazadas
-te quiero Nico -lo miró fijo y el le respondió con un beso, uno muy lento y delicado. Esa forma de responder era una manía que a Rocio comenzaba a encantarle.

Y mientras ellos se seguían mimando, en la casa, Mariana comenzaba a sentirse mal.

-Pablo, me podrías alcanzar un vaso de agua por favor? -ella estaba sentada en el sofá, con los ojos cerrados, intentando descansar
-te sentís bien Marian? -le alcanzó la bebida y se sentó a su lado
-tengo un poco de frío y me duele mucho la cabeza -tomó el agua despacio
-permiso -le tocó suavemente la cabeza, y sí, lo que pensaba
-tenés fiebre La -la miró preocupado
-no grites -cerró los ojos con fuerza
-vamos que te llevo a tu cuarto y te recostas ahí -ella intentó pararse, pero realmente no se sentía bien, y no tenía energías para hacerlo -te ayudo -él la cargó en sus brazos, aunque tampoco hizo mucho esfuerzo, Mariana era una chica de contextura física pequeña. 

A pesar de no ser el mejor momento, Pablo aprovechó para mirarla con detenimiento. Sus ojos marrones, su delicada nariz, su pelo suave, su preciosa sonrisa, sus tentadores labios. Todo le atraía. Todo de ella era perfecto para él. No quería quitar su vista de aquella mujer que cada día le fascinaba más, pero tenía que hacerlo. Pensar todas esas cosas eran una clara "traición" a su amigo. Debía obligarse a sacar aquello de su cabeza, aunque le costase.

-me voy a fijar si hay un termómetro, ya vengo -se levantó de la cama donde ella estaba acostada
-no -lo tiró de la mano -quedate -pidió haciendo que nuevamente se siente
-Marian... -no dijo más, sólo la observó
-yo vi lo que escribiste hoy en la playa -los ojos de ella estaban entre-abiertos y su voz era débil, se notaba que hacía un gran esfuerzo para hablar -y también escuché como le dabas ánimos a Nico para avanzar. Por qué vos no te la jugqs también? -él quedó unos segundos en silencio. Qué podía responderle?
-no sé de qué hablás -negó suave, otra cosa no se le ocurría
-no seas así. Esto es lo que me pone mal -abrió un poco más sus ojos -yo te quiero Pabli, y algo que me dice que vos me querés a mí -sonrió levemente
-descansá -le acomodó un mechón de pelo tras su oreja, acariciándole el rostro a su paso
-quiero un beso -el morocho no tenía forma de escaparse, ella lo tenía agarrado, y su corazón tampoco lo dejaba marchar
-La, intentá dormir -nada más. Ni una sola palabra más se escuchó, y es que ella era alguien de tomar la delantera, siempre lo fue. A su hermano lo amaba, pero de Pablo estaba enamorada, y quería sentir amor, poder estar en pareja, sonreír como estúpida ante una mirada que significase un "te quiero" o un "te amo". Nicolás no se lo podía impedir -me quedo acá, pero vos dormí, sí? -esta vez, él sonrió, feliz?

La noche concluyó. Rocio y Nicolás volvieron entrada la noche y, al regresar, se dirigieron a la habitación de ella. No era compartida con Mariana, pues los chicos habían accedido a que los cuartos individuales sean para las damas, ellos no tenían problema en dormir en el mismo. Nada iba a ocurrir entre esas cuatro paredes mas que algunos besos y caricias. Fue un pedido de Rocio el que durmieran simplemente abrazados, era algo de lo que más extrañaba de su padre.
Por su parte, Mariana y Pablo también dormían en la misma habitación, pero no en la misma cama. Él la observó todo el tiempo que estuvo despierto hasta que el sueño lo venció. Era un ángel, a veces medio travieso, pero su ángel en fin.

"Espero que te sientas mejor. Te dejo el desayuno acá, para que lo tomes en la cama, que sé que te encanta eso. Te quiero. P."

-me gusta tomarlo en la cama, pero acompañada -acotó por lo bajo, pero con una sonrisa también

La mañana pasó rápida y el medio día llegó mas veloz aún. Faltaba poco para comer aquella comida preparada por los hermanos chispitas, como los llamaban todos, debido a sus carácteres tan peculiares. 
Nicolás dejó a cargo de los últimos detalles a Mariana y rápidamente fue a hablar con Pablo, a quien debía dejarle unas pares de cosas en claro.

-che, y vos cuándo vas a avanzar? -el rubio entró al cuarto y recibió una mirada confundida de su amigo
-de qué hablás? -dejó lo que estaba haciendo y se acomodó para prestarle atención
-de que mi hermana me tiene harta "que Pablo de acá, que Pablo de allá" y bueno, me cansé, mejor escuchala vos, que sos el del asunto -le sonrió
-vos tomaste? -ese comentario no era digno de Nicolás
-te estoy diciendo que podes estar con Lali y me preguntas si estoy alcoholizado? Esto es un mundo paralelo, porque en este universo real, estarías saltando en una pata, mínimo -lo miró fijo -acaso a vos no te gusta la petiza? -Pablo asintió con timidez -buena, ella también está hasta las manos con vos, y a pesar de que son muy obvios, hace un rato me lo confesó, y la veo feliz, y tendré que aceptar que vos sos el motivo. Así que mejor que antes de que me arrepientas vayas y le diga por lo menos "intentemos", porque si veo que derrama una mísera lágrima por vos, me voy a olvidar de todo lo que te quiero -sonrió irónico
-gracias -Pablo lo abrazó. Ese gesto que el rapado había tenido significaba demasiado
-decile a Rochi que suba -le guiñó el ojo, dándole a entender que era el momento para que ellos pudieran hablar
-ojo con lo que hacen -rió. No había entendido del todo

-La... -se le acercó por la espalda y la abrazó, apoyando su cabeza en el hombro de ella -no puedo creer que hayas tenido mas agallas que yo, pero la verdad, no pude haber elegido mejor persona para enamorarme -la morocha no decía nada, solo escuchaba con emoción
-hablaste con Nico? -sonrió y se dio vuelta, quedan así, frente a frente
-sí -asintió y sonrió como nene con juguete nuevo
-eso quiere decir que...? -lo miró atenta, ansiosa
-que te quiero -comenzó a susurrar- que quiero estar con vos -se acercó a sus labios muy lentamente, primero rozándolos y luego sí, entregándose a un beso lleno de amor, un amor sentido durante largo tiempo, pero guardado por temores, casi chiquilines temores
-yo también te quiero, y quiero que te quede muy claro que por esto, por este "nosotros" que está naciendo, soy capaz de enfrentarme a mi hermano y a todo el mundo, que de la misma manera que vos estuviste ayer, yo voy a estar mañana, pasado, y cuando sea. Porque realmente te quiero, y no deseo que esto se arruine por cualquier tontería. Para lo que necesites, yo ahí estaré, quiero que grabes eso a fuego en tu cabeza y en tu corazón -le dio un corto beso
-sos mi ángel Mariana, siempre lo pensé, y estoy feliz de poder decírtelo por primera vez -sonrió y volvió a unir sus labios

Aquella era una conexión hermosa y sumamente esperada por los protagonistas.
Y mientras ellos se demostraban su amor en la cocina, Nicolás y Rocio jugueteaban en la habitación, haciéndose cosquillas, muy graciosos.
Los cuatro se daban a entender que siempre iban a estar ahí, cuando se sintieran mal física o emocionalmente. Cuando estaban confundidos o tristes en el interior. 
Siempre iban a estar porque eran incondicionales, y eso era lo valioso de cuando se decía ''Ahí estaré", que sea real, sentido, de verdad.