miércoles, 1 de enero de 2014

Contigo

Contigo 

-Hola, buenas noches. ¿Usted es familiar de Ramiro Rossi? -escuchó del otro lado de la línea, a las 21:30hs. ¿Quién la llamaba a esta hora y no era para saludar?
-No... Bueno, sí... algo así. ¿Quién habla? -estaba sumamente confundida.
-El señor Rossi tuvo un accidente y en su celular, éste número está agendado como "Sólo para emergencias" -informó la voz de una señora.
-¿Un accidente? ¿Está bien? -preocupada, así se encontraba ya.
-Por el momento está inconsciente, pero está estable -ella suspiró.
-¿En cuál hospital se encuentra? -le dijeron la información necesaria y rápidamente tomó su cartera y se encaminó hacia la puerta de su casa.

-Lucía, ¿Adónde vas? -su madre la detuvo.
-Ramiro tuvo un accidente -no dio más explicaciones.
-Y eso te sigue importando, ¿Por qué...? -.
-Chau mamá, se me hace tarde -abrió la puerta.
-Te vas a perder el brindis -quiso retenerla.
-Eso se hace todos los años. Él me necesita ahora -revoleó los ojos.
-No te necesitaba hace un mes -le reprochó.
-Es problema mío, chau -cerró la puerta y se dirigió al hospital.

Ramiro y Lucía habían sido pareja por cerca de dos años, pero hacía un mes terminaron a causa de las múltiples peleas que tenían bastante seguido.

Lucía ingresó a la sala, preguntó por Rossi, le informaron que se encontraba en la habitación número 316 y fue hasta allí sin dudar. Abrió la puerta, lo vio acostado con los ojos cerrados y se le encogió el corazón. Entró y se le quedó mirando en silencio.
Pasaron al rededor de noventa minutos, en los que que Lucía simplemente lo observó, sin hacer ruido, pensando y reflexionando acerca de la situación, de su relación, de todo un poco.
Ella le estaba acariciando suavemente la frente y el cabello castaño del flequillo revuelto cuando él abrió los ojos. Lucía estaba tan abstraída en sus propios pensamientos que no se dio cuenta de que estaba despierto hasta que él dijo su nombre.

-Lu... -suspiró.
-Estás bien -sonrió feliz y aliviada.
-¿En verdad estás acá? -pestañeaba sin creerlo.
-Encontraron tu celular y me llamaron -comentó. -Y hablando de eso, me tenes agendada como "sólo para emergencias". ¿Estar borracho y aburrido es una emergencia? -lo miró algo enojada, haciendo referencia con su comentario a una noche hacía tres semanas cuando la llamó a las 05am, alcoholizado, para decirle casi inentendiblemente que la amaba, la extrañaba y demás cosas pocos creíbles estando él en ese estado deplorable.
-Querer decirte que te quiero para mí es una emergencia -se excusó.
-Ramiro Rossi -su ceño estaba fruncido.
-Sólo me decís así cuando estás enojada -la miró sin decir nada .
-Estoy enojada. Me dijeron que no tenías puesto el casco, que te salvaste de suerte. ¿Vos no pensas en la gente que te quiere? Vos decís quererme, pero nunca me hiciste caso cuando te decía que uses casco si andabas en moto. Si te pasaba algo grave ¿qué iba a pasar conmigo? ¿Cómo crees que iba a estar? Ramiro, sos muy egoísta -sus ojos estaban llenos de lágrimas.
-No, Lu. Estaba yendo a tu casa, me peleé con Rodrigo y necesitaba escucharte a vos para calmarme. Salí tan rápido que el casco lo dejé en la piezucha esa que me alquila, no podía volver cuando lo acababa de mandar al carajo. Quería verte, pedirte disculpas por ser tan idiota, rogarte por una oportunidad y viene un estúpido y me toca con su auto de costado. Se me desestabilizó la moto y después no sé qué pasó. Que estés acá, para mí es como una señal. ¿Puedo empezar a rogarte? -Ramiro tenía sus ojos clavados en los de Lucía, sintiéndose la peor persona del mundo.
-¿Vos crees en eso que dicen de que es recomendable empezar el año nuevo besando alguien que amas? -Ramiro la miró extrañado. -Son las 23:59 del 31 de enero de 2013 -sonrió.
-¿Me perdonas? -la esperanza brilló de su ser.
-Si me das un beso, lo puedo pensar -rió, muy alegre.

Ramiro, pese a los dolores musculares que sentía por culpa del accidente, se sentó en la camilla, le tomó dulcemente el rostro y acercó el suyo al de ella, para comenzar a rozar sus labios. Finalmente, cuando escuchó el aviso de que ya eran las 00:00, unió sus bocas, y la besó como si de ello dependiera su futuro, dejando su alma y amor en ese pequeño y tan significante acto.

-Te quiero idiota, no utilizador de cascos, que no me escucha y me hace estar el primero de enero en el hospital -rió entre dientes y lo volvió a besar castamente.
-Yo te amo, y soy todo eso, pero te juro, te prometo -remarcó -que también voy a ser el mejor novio, la persona más dulce, más merecedora de vos. Te amo, y contigo quiero estar el resto de mis días -.
-¿'Contigo'? ¿Qué te comiste, una novela mexicana? -su risa de escuchó melodiosa para él, y luego sus labios se unieron nuevamente con mucha ternura.

-Sepárense que me lastiman los ojos -la voz de un pequeño nene los hizo girar la vista hacia la puerta.
-Germán, ¿qué haces acá? -Ramiro estaba atónito. ¿Cómo su hermano de siete años estaba allí? Nadie de su familia se suponía sabía del accidente, y aún sabiendo, su madre, o mejor dicho, la mujer que lo gestó, nunca dejaría que 'Germancito' vaya a visitar a alguien a quien ella misma despreciaba tanto.
-Lo traje yo -una mujer rubia de unos diecinueve años apareció también en la puerta.
-¿Romi? -ahora Lucía estaba estupefacta
-Mamá me contó, indignadísima, que habías venido a ver a este... ¿Cómo te había llamado? -miró a Ramiro pensativa -Sí, mamarracho, justo el día de fin de año, y pensé que vos ibas a necesitar apoyo. Cuando le dije que venía no podía creer que sus 'dos rubias, orgullo de familia' la decepcionaran tanto. En el camino supuse también que Germán iba a querer estar con su hermano, aunque no creí que no iba a saber nada. En fin, discutí con dos madres diferentes este día, para hacer felices a dos hijos diferentes. Que buena forma de empezar el año -ironizó y rió.
-Gracias Ro -dijeron Lucía y Ramiro al mismo tiempo
-Tal para cual -Germán tenía una risa contagiosa, entonces pronto los cuatro estaban riendo incontrolablemente, comenzando un nuevo año juntos, donde sabían que iba a haber peleas, pero también muy buenos momentos.

Priorizando lo positivo, siguieron riendo y pasando el agradable rato, junto a personas que les hacían muy bien a la vida.

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